noviembre 03, 2008

El mítico país de los Incas en la ópera europea



Mítico, en el sentido de algo hecho de leyendas tendientes a la idealización. Los Incas, eran unos "otros" tan lejanos como fascinantes de los cuales se sabía, gracias a Garcilaso de la Vega (más literato que historiador), que habían sido capaces de forjar un Estado de bienestar ideal, casi utópico. El siglo XVIII fue el Siglo de las Luces y la Ilustración; en consonancia, la sociedad francesa culta (aristocrática o burguesa), necesitaba expandir su conocimiento y visión del mundo periférico, integrado al logos europeo con la Conquista. Durante los siglos XVI y XVII todo europeo no español estaba prohibido de ingresar libremente a las colonias hispanoamericanas hasta que en el siglo XVIII -cuando la casa de Borbón desplaza a la casa de los Austria e instaura una serie de reformas bajo un régimen de despotismo ilustrado- comienzan a darse algunas autorizaciones a misiones científicas francesas (Feuillé, Frezier y La Condamine principalmente). El científico francés, en concepto de Déborah Poole ("Visión, raza y modernidad. Una economía visual del mundo andino de imágenes", 2000) encarnaba el cuerpo social de la naciente nación francesa en tierras que hasta entonces desconocían de primera mano, y es el que comienza a aportar los elementos para construir la imagen subjetiva (y no precisamente ingenua) de ese "otro" tan lejano. Para sustentar su avance geopolítico y económico sobre Hispanoamérica, Francia e Inglaterra se propusieron desacreditar moralmente la conquista española a través de la famosa "leyenda negra", idealizando a las civilizaciones conquistadas y sojuzgadas hasta entonces. Las más emblemáticas, naturalmente, fueron la de los incas y la de los aztecas. Cuando se disipa la turbulenta época de la revolución francesa, y las colonias hispanoamericanas se independizan formalmente de España (década de 1820), comienzan a venir viajeros europeos nuevamente, y con más libertad, siendo franceses, británicos y alemanes los más numerosos. El contexto es otro, el perfil de los viajeros es más diverso (no sólo son funcionarios de su gobierno, sino científicos, o simplemente viajeros suficientemente solventes para costear tan desafiante aventura, autodidactas con sed de mundo), el objetivo colonialista de la expansión económica es el mismo, pero la idealización se acaba. Con distinto tono, desde la franca simpatía a la crítica sin concesiones, y según los lugares donde estuvieron, los viajeros europeos emitieron juicios sobre nuestra sociedad (Lima en particular, como capital del país) que en general, más allá de lo etnocéntricos y subjetivos que puedan ser, resultan vigentes de cara a las reflexiones de hoy.
// marcela cornejo


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Fuente:
"El Dominical" de El Comercio
Lima, 2 de noviembre de 2008, año 55, N° 32, p. 10

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Perú lírico: Incas y mestizos en la ópera
Hernando Torres-Fernández


Una romántica versión de nuestro país viven las óperas de compositores como Rameau, Offenbach y Verdi gracias a historias de incas, romances virreinales y mestizos.




afiche de "Les indes galantes" de Rameau y Fuzelier, compuesta en 1735 (en: Visión, raza y modernidad. Una economía visual del mundo andino de imágenes" - Deborah Poole, 2000, p. 53)


Hay dos tipos de referencias al Perú en la ópera. Por un lado están las obras que tienen al Perú o a su historia como escenario y aquellas que, si bien se desarrollan en Europa, tienen como protagonistas a personajes peruanos. Están, además, aquellas óperas en las que se hace solamente una breve o anecdótica mención -siempre favorable- a nuestro país.

La primera gran ópera con un acto completo dedicado a nuestro país (el segundo, titulado "Los incas del Perú") es la que hizo el compositor francés Jean Philippe Rameau en 1735 llamada "Las indias galantes". Es en realidad una ópera-ballet en cuatro partes que transporta sucesivamente a los espectadores a Turquía, Perú, Persia y América del Norte.

El acto dedicado a los incas, que ciertamente no tiene ninguna reminiscencia de música peruana, se inspiró en la literatura de viajes e historias, muy popular en aquella época. Dura casi 40 minutos y trata de una historia de amor entre un conquistador y una princesa inca, idilio al que se opone el gran sacerdote Huáscar, que fallece en un terremoto, pues nuestro país ya era conocido por sus fuertes movimientos telúricos.

Destacan el aria de Huáscar y el coro de ñustas interpretando un himno de adoración al sol -"Brillant soleil"- y otro coro que anuncia el sismo titulado "Dentro de los abismos de la tierra". El aria final del sacerdote Huáscar se denomina "La flamme se rallume encoré" ("El fuego se reaviva") que termina con su muerte al caerle una enorme piedra encima. El año 2004 la Ópera Nacional de París puso en escena una exitosa versión cuyos extractos pueden verse en You Tube.

Giuseppe Verdi compuso en su juventud la ópera "Alzira", cuya trama se desarrolla en la Lima del siglo XVI. El libreto de Salvatore Cammarano -libretista de varias óperas de Donizzetti- está basado en una historia escrita nada menos que por el gran Voltaire, en 1736, llamada "Alzira o los americanos". Se trata de una tragedia lírica en tres actos sobre un triángulo amoroso entre Alzira, hija del cacique Ataliba, Zamoro, joven cacique enamorado de Alzira -amor que esta corresponde- y Gusmano, el nuevo gobernador español que desea casarse con la protagonista por razones políticas. La ópera, después de una serie de hechos violentos, tiene un final feliz pues Alzira y Zamoro terminan uniéndose en matrimonio.

"Alzira" fue estrenada en 1845 en el teatro San Carlos de Nápoles con éxito moderado. Para varios críticos y especialistas de hoy, el propio Verdi y la gente de su época fueron injustos al no valorar las cualidades de esta obra. No está, ciertamente, entre las más famosas y representadas de las 27 que compuso Verdi, pero tiene partes sin duda emocionantes y admirables. "Alzira" fue interpretada en Lima en el 2001 en versión de concierto, gracias a Prolírica y a su fundador, el maestro Luis Alva.

No fue esta la única relación de Giuseppe Verdi con el Perú. Casi veinte años después, en 1862, estrenaría "La fuerza del destino" en el Teatro Imperial de San Petersburgo, ópera basada en la obra de teatro "Don Álvaro o la fuerza del sino" del dramaturgo español Ángel Saavedra, Duque de Rivas. La ópera es un melodrama en cuatro actos con libreto de Francesco María Piave. Verdi hizo en 1869 una segunda versión que se presentó en el Teatro alla Scala de Milán y que es la que se conoce hoy en día. El libretista que lo ayudó a realizar esta versión fue Antonio Ghislanzoni, el mismo que escribió "Aída" y, coincidentemente, la ópera "Atahualpa" de Carlo Enrico Pasta, compositor milanés que vivió largo tiempo en nuestro país.

El personaje principal de "La forza del destino" es nada menos que un peruano, Don Álvaro, descrito como "peruviano discendente da una stirpe reale perseguitata dai dominatori spagnoli" ("peruano descendiente de una estirpe real perseguida por los dominadores españoles").

No voy a relatar la trama de esta ópera de música realmente conmovedora; solamente mencionaré que se trata de una verdadera tragedia amorosa en la que mueren asesinados los principales personajes: la amada de Don Álvaro, Leonora, a manos de su vengativo hermano Don Carlos, herido poco antes y letalmente en un duelo por Álvaro; y el Marqués de Calatrava, padre de Leonora y Carlos, también a manos de Álvaro pero accidentalmente, -al principio de la ópera- provocando que aquel lance antes de morir una maldición contra su hija, cuyos amores desaprobaba. En la primera versión de la ópera, Álvaro, al contemplar la muerte de su amada, se lanzaba por un precipicio, maldiciendo el destino.

La obertura de "La forza" es una de las más interpretadas en el mundo y anuncia de manera inconfundible la tragedia y también la pasión de los que se aman. Una de las principales arias de Don Álvaro se titula "La vita e inferno all'infelice" en la cual lamenta su triste suerte. El texto castellano es el siguiente: "La vida es un infierno para el infeliz... / ¡En vano deseo la muerte! / ¡Sevilla! / ¡Leonora! / ¡Qué recuerdos! / ¡Oh noche que me quitaste toda la dicha! / Seré eternamente desgraciado, está escrito. / Del yugo extranjero, quiso mi padre / liberar a su tierra natal / y, uniéndose / a la última de los incas, / confió en ceñirse la corona. / ¡Vano intento! / ¡Nací en una cárcel; / el desierto me educó; / vivo porque se desconoce / mi real estirpe! / ¡Mis padres soñaban con un trono / y los despertó el hacha! / ¿Cuándo acabarán / mis desventuras?"

Un año antes de la segunda versión de "La forza", en 1868, Jacques Offenbach estrenaba una opereta en dos actos: "La Perricholi", pronunciada por los franceses como "la Perichole", basada en la comedia que en 1830 escribió Próspero Merimée titulada "La carroza del santo sacramento", obra sobre el poder político y religioso, ambientada en la Lima del siglo XVII e inspirada en la relación del virrey Amat con Micaela Villegas, actriz y cantante de entonces, sobre la cual Ricardo Palma escribiría una de sus célebres tradiciones. Es una auténtica pequeña ópera bufa -muy popular en los teatros franceses y europeos- con una serie de enredos en los que intervienen los mencionados personajes con los nombres alterados.

En cuanto a las referencias anecdóticas al Perú, hay tres en igual número de óperas importantes, dos de las cuales se representan continuamente en los principales teatros del mundo: "El viaje a Reims", de Rossini; "Cosí fan tutte", de Mozart; y "Madame Butterfly" de Puccini.

En Italia, desde el siglo XVII hasta nuestros días se dice, para referirse a algo valioso: "¡Vale un Perú!". Y esto es lo que exactamente le dicen en la ópera "Cosí fan tutte" al médico que cura a dos de los protagonistas, Ferrando y Guglielmo y, en "Madame Butterfly" de Giacomo Puccini -que apreciaremos en Lima en estos días- a Pinkerton.

Finalmente, en "El viaje a Reims" de Gioachino Rossini, el personaje Don Profondo interpreta un aria titulada Medaglie incomparabili (Medallas incomparables) en la que parodia -incluyendo los acentos- a varios de los personajes, ridiculizando el discurso habitual de cada uno de acuerdo con su nacionalidad. Cuando le toca el turno al español, la enumeración de blasones y viejas glorias se ve coronada con dos perlas del Perú, grandes como nueces: "E, grosse come noci, / ¡sei perle del Perú!".


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Video

Aria "Oh, quel diner", de "La Perichole" de Jacques Offenbach
Teresa Berganza - mezzo soprano española





Des Indes Galantes - Rondó
(en versión concierto)

Jean-Philippe Rameau
Cantan: Magali Léger y Laurent Naouri
Musiciens du Louvres bajo la dirección de Marc Minkowski




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