Niño Perdido - Huancavelica ( Foto: Javier Silva Meinel)
El siguiente texto fué presentado en la conferencia didáctica que ofreció la Derrama Magisterial el 11 de diciembre pasado:
El sol ha sido y es el gran iluminador (material y simbólico) de la historia de la humanidad. Cada año completa su recorrido alrededor de la Tierra y en él realiza dos puntos culminantes: cuando se aleja más (solsticio de invierno) y cuando se acerca más (solsticio de verano). Ello influye de forma determinante en los ciclos agrícolas, por eso estos dos puntos culminantes han sido y son objeto de celebraciones rituales. En el hemisferio sur, el solsticio de invierno es en junio y el de verano en diciembre. En el hemisferio norte es a la inversa.
Este fenómeno del ciclo solar expresado en el nacimiento-vida-muerte-renacimiento de los frutos de la Madre Tierra o Pacha Mama, supo ser observado y celebrado ritualmente por los pueblos de todo el mundo (germanos, nórdicos, celtas, griegos, romanos, persas, indios, chinos, mayas, aztecas, tihuanacotas, incas…) desde tiempos muy antiguos, miles de años antes de la era cristiana. Un denominador común de la expansión del cristianismo ha sido la superposición de sus rituales a estas formas milenarias de celebración del solsticio. Esto ha producido un sinnúmero de manifestaciones sincréticas que siguen dándose hasta hoy, de manera muy especial en la Navidad.
En el Perú del periodo incaico, el Inti Raymi celebraba el solsticio de invierno y el Qhapaq Raymi, el solsticio de verano, lo que son hoy en día las fiestas cristianas de San Juan y Navidad respectivamente. Estos corpus rituales eran una culminación expresiva de otras memorias ancestrales que existieron mucho antes en los pueblos de los Andes para celebrar el ciclo solar. Eran la manifestación a fin de cuentas, de la legitimación del poder y la identidad incaica.
Como parte del ritual del Qhapaq Raymi, el 23 de diciembre tenía lugar el traslado de una representación -efigie- del Wayna Punchaw (El Joven Sol) al templo Pukinkancha del Qosqo para su veneración. Ferrier [2008: 30-31], recoge de los cronistas Bernabé Cobo y Cristóbal de Molina, información acerca de los ritos de iniciación y de competencia por los que pasaban los jóvenes en esos días: Cobo nos dice que se realizaba una ceremonia iniciática para jóvenes de entre 12 y 14 años, en la cual las personas mayores los latigueaban con sus hondas “…recordándoles de esta forma no ser flojos y de cuidarse de castigos posteriores”; mientras Molina nos dice que “…hacían el taqui guayllina seis días; hacían sacrificios por el hacedor, y el sol y el trueno y la luna y por el Inca, y porque se habían armado caballeros…”
La veneración del Wayna P’unchaw, las ceremonias iniciáticas y de competencia (tinku) de los jóvenes, y la ejecución que hacían de taquis y guayllinas, nos hablan de un tiempo para saludar la llegada del Joven Sol que regeneraba no sólo los frutos de la Madre Tierra sino a los hombres y mujeres de los ayllus.
Una de las pocas expresiones contemporáneas que conserva reverberaciones prehispánicas son las waylías que se interpretan entre Navidad y Bajada de Reyes en los departamentos de Apurímac, Huancavelica, Ayacucho, Junín y Cusco teniendo en cada lugar, variaciones y características específicas. La mayoría de estudios indican que el término waylía proviene de haylli, que en tiempos prehispánicos significaba himno o canto de triunfo después de ganar una batalla o concluir satisfactoriamente una faena agrícola, en el caso de la waylía navideña contemporánea, se trata de festejar la culminación del nacimiento del Niño Jesús, una manifestación sincrética de lo que era la llegada del Wayna Punchaw. Otra expresión que podemos mencionar es el takanakuy o tinku, que tiene lugar hoy en día en Apurímac y Cusco; una batalla ritual catárquica, que podemos vincular a aquellos rituales de iniciación que nos mencionan Molina y Cobo.
La virgen Maria es una sublimación de la Pacha Mama, pródiga, fértil, protectora (lo femenino), y el niño Jesús o Niño Manuelito es una sublimación del Padre Sol, del apu rector y protector (lo masculino), que en el solsticio de verano está más cerca que nunca de la Tierra. Ambos, Virgen María y Niño Jesús, constituyen una dualidad complementaria y a la vez divina, que se conjuga dialécticamente hasta el presente, con el profundo y diverso sustrato cosmológico de los pueblos indígenas del Perú, produciendo en ello el mestizaje vivo del cual somos fruto.
[...]
Este fenómeno del ciclo solar expresado en el nacimiento-vida-muerte-renacimiento de los frutos de la Madre Tierra o Pacha Mama, supo ser observado y celebrado ritualmente por los pueblos de todo el mundo (germanos, nórdicos, celtas, griegos, romanos, persas, indios, chinos, mayas, aztecas, tihuanacotas, incas…) desde tiempos muy antiguos, miles de años antes de la era cristiana. Un denominador común de la expansión del cristianismo ha sido la superposición de sus rituales a estas formas milenarias de celebración del solsticio. Esto ha producido un sinnúmero de manifestaciones sincréticas que siguen dándose hasta hoy, de manera muy especial en la Navidad.
En el Perú del periodo incaico, el Inti Raymi celebraba el solsticio de invierno y el Qhapaq Raymi, el solsticio de verano, lo que son hoy en día las fiestas cristianas de San Juan y Navidad respectivamente. Estos corpus rituales eran una culminación expresiva de otras memorias ancestrales que existieron mucho antes en los pueblos de los Andes para celebrar el ciclo solar. Eran la manifestación a fin de cuentas, de la legitimación del poder y la identidad incaica.
Como parte del ritual del Qhapaq Raymi, el 23 de diciembre tenía lugar el traslado de una representación -efigie- del Wayna Punchaw (El Joven Sol) al templo Pukinkancha del Qosqo para su veneración. Ferrier [2008: 30-31], recoge de los cronistas Bernabé Cobo y Cristóbal de Molina, información acerca de los ritos de iniciación y de competencia por los que pasaban los jóvenes en esos días: Cobo nos dice que se realizaba una ceremonia iniciática para jóvenes de entre 12 y 14 años, en la cual las personas mayores los latigueaban con sus hondas “…recordándoles de esta forma no ser flojos y de cuidarse de castigos posteriores”; mientras Molina nos dice que “…hacían el taqui guayllina seis días; hacían sacrificios por el hacedor, y el sol y el trueno y la luna y por el Inca, y porque se habían armado caballeros…”
La veneración del Wayna P’unchaw, las ceremonias iniciáticas y de competencia (tinku) de los jóvenes, y la ejecución que hacían de taquis y guayllinas, nos hablan de un tiempo para saludar la llegada del Joven Sol que regeneraba no sólo los frutos de la Madre Tierra sino a los hombres y mujeres de los ayllus.
Una de las pocas expresiones contemporáneas que conserva reverberaciones prehispánicas son las waylías que se interpretan entre Navidad y Bajada de Reyes en los departamentos de Apurímac, Huancavelica, Ayacucho, Junín y Cusco teniendo en cada lugar, variaciones y características específicas. La mayoría de estudios indican que el término waylía proviene de haylli, que en tiempos prehispánicos significaba himno o canto de triunfo después de ganar una batalla o concluir satisfactoriamente una faena agrícola, en el caso de la waylía navideña contemporánea, se trata de festejar la culminación del nacimiento del Niño Jesús, una manifestación sincrética de lo que era la llegada del Wayna Punchaw. Otra expresión que podemos mencionar es el takanakuy o tinku, que tiene lugar hoy en día en Apurímac y Cusco; una batalla ritual catárquica, que podemos vincular a aquellos rituales de iniciación que nos mencionan Molina y Cobo.
La virgen Maria es una sublimación de la Pacha Mama, pródiga, fértil, protectora (lo femenino), y el niño Jesús o Niño Manuelito es una sublimación del Padre Sol, del apu rector y protector (lo masculino), que en el solsticio de verano está más cerca que nunca de la Tierra. Ambos, Virgen María y Niño Jesús, constituyen una dualidad complementaria y a la vez divina, que se conjuga dialécticamente hasta el presente, con el profundo y diverso sustrato cosmológico de los pueblos indígenas del Perú, produciendo en ello el mestizaje vivo del cual somos fruto.
[...]
Texto completo - Contenido:
- Waylía de Antabamba (Apurímac)
- Pastoras de Yauyos (Lima)
- Pachahuara (Junín)
- Negritos de Huánuco
- Atajo de Negritos (Ica)
- Negritos de Ancash
- Villancicos del Cusco
..................................
Video
Siwar Situy
Villancico cusqueño
Imágenes: nacimientos o belenes de artistas ayacuchanos
Interpretación: coro de la Asociación Cultural Kantu.
Interpretación: coro de la Asociación Cultural Kantu.
Ima kusi paqarimun
siwarsituy, siwarsituy
k'anchary kunmi tutapas
siwarsituy, siwarsituy
para tukuykuy k'ochuykuyri
siwarsituy, siwarsituy
sullari hanaq pachamanta,
siwarsituy, siwarsituy
achanqaray t'ika chuskanki
raura shiaq, raphapapanki
siwarsituy, siwarsituy
achanqaray t'ika chuskanki
raura shiaq, raphapapanki
siwarsituy, siwarsituy
achanqatuy
Pitaj Niñucha
Villancico popular que se canta en Ayacucho y Huancavelica
Coro de alumnos del Colegio Seminario San Juan Maria Vianney (Huancavelica)
Pitaj niñucha,
pusamusunki
kay wejopachaman
wajanaykipaj,
llakinaikipaj
[...]
Pitaj Niñucha
quién te trajo niñito
a estas tierras
para que llores
para que sufras
[...]
Navidad en el Perú (ritos de adoración y villancicos tradicionales)
-----------------------
Enlaces
Suena el Manguaré (Navidad en la Amazonia) - Francisco Bardales
Arpa y zapateo en la Navidad de Querco (Huancavelica) - entrevista a Claude Ferrier
Manuelitos de San Blas (maestro Antonio Olave)
Ricardo Castro Pinto y los villancicos en quechua
De lo sagrado y lo pagano en la celebración popular de la Navidad... (sobre el sincretismo de la Navidad en España)