Creo que es un título más centrado que el que el redactor parafraseó en su momento ("En vez de tecnocumbia hay que decir chicha"), porque sitúa un tema de debate mucho más amplio que desborda a la tecnocumbia, y que está aún vigente: ¿cómo definir bajo una denominación específica el conjunto de formas musicales creadas en el Perú desde la década de 1960, que fusionan géneros "folclóricos" (autóctonos) con géneros foráneos, principalmente tropicales, pero también rockeros y/o jazzísticos?
Estas formas musicales provienen de una realidad de desborde popular que definió sus características, no sólo en el plano estético sino ético, de allí su proyección al más abarcador concepto sociológico de "cultura chicha", madurada en tiempos de guerra contra Sendero Luminoso (años 80) y contra la corrupción fujimontesinista (años 90). Sus procesos no van por un solo cauce lineal, sino por complejas y variadas ramificaciones que fueron abarcando todo el territorio nacional, desde la chicha andino-capitalina hasta la "cumbia" sicodélica y amazónica. Un abanico vasto y denso de fusiones e hibridaciones, algunas más estables que otras, que hacen a la fecha un enorme historial discográfico, es decir, una historia y un patrimonio sonoro nacional.
La fuerza expresiva de esta música impactó en groove hunters extranjeros que, apelando a su sentido común, no dudaron en antologarla y comercializarla en el ámbito de la world music como música chicha. El problema sin embargo no es tan simple. Los distintos grupos que ejecutan este tipo de música, casi por inercia, han ido confluyendo en denominarla cumbia peruana para conquistar un mercado nacional e internacional. Como que, una vez que la chicha se desató de la etiqueta de música marginal, de música de cholos estridentes y huachafos, el paso evolutivo fue hacerse cumbiambero.
Hay un malentendido ahí, pues basta escuchar esta música, desde las sofisticadas fusiones y arreglos jazzeados de Enrique Delgado a las vigorosas notas pentafónicas de grupos como los Ovnis de Huancayo, para ver que, aunque existe apreciable aporte de la cumbia (un potente género musical original de Colombia), hay también variable aporte de otros géneros foráneos como la zamba brasileña, el rock y el jazz norteamericanos, la guaracha, rumba y otros géneros cubanos. La cumbia tiene un sonido característico, inconfundiblemente colombiano. La música de la que estamos hablando tiene otro hilo conductor, inconfundiblemente peruano. Identificarlo y definirlo claramente (en términos históricos y musicológicos) permitirá determinar qué hibridaciones y fusiones calzan dentro del término.
Esta música urbana y cosmopolita agradece los aportes de las músicas de otros pueblos hermanos, pero siempre destila cócteles renovadores en función de la memoria musical de la región de la que proviene el músico peruano. La mayoría de críticos de este tipo de música coinciden en que su peso específico reside en el estilo de tocar la guitarra eléctrica; es por lo tanto, uno de los elementos fundamentales que ayudarán a definir y posicionar ese hilo conductor.
Ya en el año 2000, Raúl Pereira captó la naturaleza entre estética y política de la cuestión de afirmar y posicionar una denominación propia para este tipo de fusiones e hibridaciones, más aún cuando surgió espontáneamente desde un proceso colectivo "subalterno" y transgresor, tremendamente vigoroso y creativo: lo chicha.
//marcela cornejo
Fuente:
Expreso
Lima, marzo 2000
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"En vez de tecnocumbia hay que decir chicha"
Los hermanos Raúl y Juan Pereira con su grupo El Polen son pioneros en la fusión del folclor andino con el rock. Es más, ellos se adelantaron al trabajo que hoy es aplaudido en grupos rockeros latinoamericanos como Maldita vecindad de México y Aterciopelados de Colombia.
Lo cierto es que estos músicos peruanos, invitados por el grupo chileno Los Jaivas para tocar en sus conciertos, siempre han tenido la inquietud de trabajar teniendo como base elementos de nuestra música. En los ochentas del siglo pasado, Juan Luis por ejemplo, formó parte del grupo Quispe, que se propuso hacer chicha con mayor elaboración musical, aunque sus integrantes no pertenecían al cerrado circuito del hasta entonces vapuleado género urbano limeño.
Raúl, el compositor y cantante de El Polen, está fascinado con los jóvenes rockeros que están haciendo fusiones con el folklor. "Me parece que Café Tacuba y Maldita Vecindad son dos grupos excelentes. Ambos son serios, aunque el primero se ha volcado más hacia el pop y se ha puesto más light", dice. Y se entusiasma al referirse a la tecnocumbia.
"Es una propuesta que sale de la misma gente y que tiene que ir madurando. En vez de tecnocumbia hay que decir chicha, en peruano. Su valor no se puede definir en este momento, en todo caso es bastante social y tiene para seguir creciendo y lograr una forma no tan híbrida. Pero tiende a mejorar y ojalá tenga la misma acogida de ahora", dice Raúl Pereira, y se aventura a predecir que de otros circuitos van a salir pesonajes que harán chicha. Que no nos sorpenda ver entonces a músicos de jazz, rock, balada y otros estilos tocando chicha a su manera. "La chicha es un producto genuino de los peruanos", finaliza. (A.P.A.)
La danza del petrolero
Los Mirlos (de Tarapoto)
subido por INFOPESAvideos
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