julio 08, 2007

10,000 años de agricultura: los albores de la civilización en el Perú


 
El Dr. Tom Dillehay arqueólogo de la Universidad de Vandelbirt (EEUU) acaba de revelar a través de la prestigiosa revista Science, nuevos hallazgos sobre el surgimiento de la horticultura (primer paso hacia la agricultura) en el continente americano. Hasta hace poco, se manejaba la teoría de los dos centros de domesticación en el continente: Andes Centrales y Mesoamérica, incluso algunos científicos sostenían que el segundo era el centro primigenio de domesticación agrícola y que los Andes centrales quedaban en un nivel secundario.
El trabajo de Dillehay, iniciado en 1977, marca un viraje radical en este sentido: confirma sin lugar a dudas que hubo presencia primigenia de plantas domesticadas en los Andes, casi en la misma época que en Oriente Medio, considerado la cuna de la agricultura en el mundo (las pruebas más antiguas del cultivo de trigo, centeno y leguminosas se remonta a entre 10.000 y 12.000 años en la Media Luna de las Tierras Fértiles en el Medio Oriente).

Dolores Piperno, directora de arqueobotánica y arqueología sudamericana en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Washington dijo que el informe demuestra que "la agricultura en las Américas es tan o casi tan antigua como en el Viejo Mundo, da pruebas de la domesticación de una especie de calabaza sudamericana y documenta la existencia de maníes y quinoa". Piperno no formó parte del equipo investigador, pero informó que se han identificado otras especies de calabazas primigenias en México y Ecuador, si bien no tan antiguas como la de Ñanchoc.

Los andes de la costa norte del Perú son hasta lo que se conoce ahora, el reducto más antiguo de esta práctica primigenia. Hablamos del valle de Ñanchoc (límite entre los actuales departamentos de Cajamarca y Lambayeque), en las laderas occidentales de los Andes a unos 500 metros sobre el nivel de mar. El valle es tributario del río Zaña.
El equipo de investigación descubrió restos de una pequeña calabaza conocida como "moschata", a la que la prueba de radiocarbono data en unos 9,240 años, también hay evidencias de maníes (7,840 años), quinua (8,000 años) y fibras de algodón (5,490 años, casi al mismo tiempo que los egipcios empezaron a utilizar el algodon). Los científicos también hallaron restos de un tipo de yuca, y otros granos y frutos no identificados aún. Hay en el sitio instrumentos de piedra, y evidencias de surcos y canales de irrigación en pequeña escala, así como de pozos y viviendas. Los científicos piensan que deben haber existido redes amplias de intercambio de productos entre zonas muy lejanas (probablemente desde Colombia hasta Bolivia), quedando por confirmar si algunas especies habrían sido llevadas y aclimatadas en Ñanchoy a través del intercambio.

Lo que más ha estimulado a los científicos es que han hallado un testimonio claro sobre los albores de la organización social en los Andes, es decir, de la civilización. La horticultura en Ñanchoy representa un cambio en el patrón de vida nómade, un tránsito a formas de vida sedentaria, que anuncia un hombre social y agrícola mucho más antiguo de lo que se creía.

Por muchos años, las pruebas más antiguas del desarrollo de la horticultura (y por lo tanto de la sedentarización) en el Perú estaban en la Cueva de Guitarrero (Yungay, Ancash), donde se hallaron frijoles, pallares, leguminosas, ajíes y calabazas domesticados con una antigüedad de hasta 7,000 años. A partir del hito de Guitarrero (denominado "arcaico temprano"), se trazó la línea evolutiva del hombre andino, el paso del nomadismo a la sedentarización.

Ahora, el hito retrocede 3,000 años... Así las cosas, es comprensible el entusiasmo de Dillehay: "seguramente hay más lugares en los Andes con vestigios incluso más antiguos. Ahí estaremos para buscarlos".

//Marcela C.
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