febrero 04, 2008

Juan Gonzalo Rose

Hace pocas semanas, Juan Gonzalo Rose, poeta de la fecunda generación de los 50's, recibió un homenaje merecido: la publicación de su obra completa auspiciada por el INC. Algo inesperado en este pais ingrato con la mayoría de sus mejores luces. Su obra se mantiene fresca, vigente, y por eso mismo,conmovedora, punzante y diáfana como siempre.

Qué hace este poeta en un blog que privilegia la música... pues muchos de sus más bellos poemas, han encontrado la alquimia, la complicidad perfecta con otras dos sensibilidades, la de Tania Libertad y la de Victor Merino. Es preciso mencionar que Diego Mariscal -nombre de batalla del periodista Mario Campos- presentó al poeta a Merino, y que cantó los temas de la dupla de lujo en un primer momento.

Voz y música para las palabras exactas, in-mortales de Rose, que se han dejado escuchar en distintos países, acaso más que en nuestro propio país. En "El mismo puerto", un bello disco que tuvo escasa difusión, Tania canta once versos de Rose, musicalizados por Merino: El mismo puerto, Exacta dimensión, Así cantaba Malachovsky, Tacna raíz, Las ciudades, Marisel, Yo no soy un profeta, Digo del sur, Primera canción-Por tu ventana dormida, Sombra negra de hilo negro, Carta a Juan Gonzalo, son los temas.

En el especial del programa Presencia Cultural, Esther Espinoza establece vínculos entre la poética musical de Juan Gonzalo y Mariano Melgar: "Yo hago un vínculo entre Melgar y Juan Gonzalo Rose, en cierta forma hago lo que podría ser una línea de vinculación del trabajo de ambos, porque tanto Melgar como Juan Gonzalo se han acercado a géneros [musicales] populares desde una perspectiva más bien formal, desde un circuito literario más clásico, [...] desde el circuito letrado. Ellos se acercan al género popular. En el caso de Melgar al yaraví - que también era cantado - y en el caso de Juan Gonzalo al vals, y encuentran una conexión con la gente popular, con el pueblo. Ese trabajo formal, ese trabajo estilístico que hacen del lenguaje, y con un género popular, lo hacen en otros países como es el caso del Brasil por ejemplo, y es precisamente de parte de escritores sumamente consagrados..." Efectivamente, Juan Gonzalo amó de manera particular el vals (o valse) peruano; son suyos los poemas de "Tu voz", "Si un rosal se muere", "Felipe de los Pobres", entre otros temas tan bellos.

// marcela cornejo








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Fuente:
"Recuerdos de la vida breve
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(testimonios de Abelardo Sanchez León, Rocio Silva Santisteban, Jorge Pimentel Hildebrando Pérez Grande, y un poema-homenaje de Julio Heredia)
El Dominical
El Comercio. Lima, 4 nov. 2007
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Juan Gonzalo era del Palermo
Abelardo Sánchez León

Antes que dejara de beber por prescripción médica, Juan Gonzalo era simpatiquísimo. Era un poeta fino, amoroso, de versos breves. En una oportunidad se animó a escribir un libro de vertiente histórica, llamado Informe al rey y en otra uno de tono épico, llamado Las comarcas. Pero, en general, sus poemas eran como la brisa, susurrados, plagados de figuras poéticas. En una oportunidad se apareció en casa de mis padres llevado por Ivo Pérez Barreto, mi amigo de juventud y de incursiones nocturnas. Estaba deprimido. Necesitaba oír un disco en el cual un argentino declamaba unos versos de Walt Witman. Curiosamente, Juan Gonzalo necesitaba aspirar el vigor del poeta norteamericano. Oír esos versos donde se comparaba con Manhattan. "Ni por encima ni separado de nadie". "Quien humilla a otro, me humilla a mí". No quiero recordarlo sentado en el café cercano a la Residencial San Felipe. Lo prefiero en El Palermo, aquel bar vecino al Parque Universitario, conversando en voz baja, sonriendo para sus adentro, sobreviviendo a las tristezas gracias a su sentido del humor. En El Palermo nunca estuvo solo. Carlos Calderón Fajardo lo recrea en una reciente novela. Pepe Lucho González lo recitaba de memoria. Juan Gonzalo era lo máximo, imposible no quererlo. De niño, sin embargo, la poesía lo escogió a él y no lo dejó ser feliz.

Recuerdos de una canción
Rocío Silva Santisteban

La primera vez que escuché un poema de Juan Gonzalo Rose fue cuando dos chicas, Mariela Monzón y Anita Béjar, cantaban unos versos suyos, esos que dicen: "Me gustas porque tienes el color de los patios / de las casas tranquilas". Era mi primer año en San Marcos y recuerdo que corrí a buscar ese poema y a leer más de Juan Gonzalo. Por ese tiempo el poeta vivía en Jesús María y nos enteramos que iba seguido a un bar llamado Ovni por la residencial San Felipe. Un amigo, el poeta Claudio Baschuck, lamentablemente ya fallecido, fue a buscarlo al bar y le hizo una entrevista. Claudio no tenía más de 18 años y Juan Gonzalo, muy amablemente, le contestó todas sus preguntas. La entrevista salió publicada luego en una revista, en la misma edición donde, casualmente, yo publiqué mi primer poema. Después compré su obra completa y me convertí en lectora de Juan Gonzalo Rose. Entre los poemas que más me encantan está "Gastronomía", que dice "Para comerse a un hombre en el Perú / hay que sacarle las espinas, / las vísceras heridas, / los residuos de llanto y de tabaco. / Purificarlo a fuego lento, / cortarlo en pedacitos/ y servirlo a la mesa con los ojos cerrados, / mientras se va pensando que nuestro buen / gobierno nos protege./ Luego: / afirmar que los poetas exageran./ Y como buen final: / tomarse un trago". Es un poema terrible y duro, como es gran parte de la obra de Juan Gonzalo Rose. Su muerte, a los 55 años, conmocionó mucho a la gente de mi generación, a todos los que en ese momento estábamos empezando a escribir poesía.


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Valses

Poesía: Juan Gonzalo Rose
Música: Víctor Merino
Voz: Tania Libertad




Marisel
Marisel, Marisel
yo recuerdo que tú eras
como la primavera 

trizada de las rosas
o como las palabras

que los niños musitan
sonriendo en sus sueños

Marisel, Marisel

Yo recuerdo que tú eras
como el agua que beben 

silenciosos los ciegos
o como la saliva de las aves
cuando el amor las tumba de gozo en los aleros
En la última arena de la tarde tendías
agobiado de gracia tu cuerpo de gacela
y la noche arribaba a tu pecho desnudo
como aborda la luna los navíos de vela.
Y ahora, Marisel...

La vida pasa
sin que ningún instante 

nos traiga la alegría...
ha debido morirse 

con nosotros el tiempo,
o has debido quererme 

como yo te quería





Tu voz
Está mi corazón,
llorando su pasión, su pena
y la antigua condena
escrita por los dos,
Afuera creo ver
tu sombra renacer, serena
bajo aquel mismo sol
que un día se llevó tu voz
Tu voz, tu voz, tu voz
tu voz existe
tu voz,
tu larga voz
tu voz persiste
anida en el jardín de lo soñado
inútil es decir que te he olvidado








Si un rosal se muere
Si un rosal se muere
herido de aromas
y se hunde en el polvo
su rosa mejor,
el jardín recoge
aquel mismo aroma
y sobre el olvido 
dibuja una flor.
Si un amor nos quita
la luz de la vida
y en la despedida 
nos llega un dolor,
la vida recoge
la luz de esa herida
y en la despedida
renace otro amor;
la vida recoge
la luz de esa herida
y en la despedida
renace otro amor.
Aquí tu corazón dejó
nubes de invierno
en el cielo
doliente del adiós.
Mas traerá el estío
su costumbre de rosas
y la más hermosa 
me dará su amor.
Mas, traerá el estío
su costumbre de rosas
y la más hermosa 
me dará su amor




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Enlace

Juan Gonzalo y yo: Entre el solsticio y el rayo de la orquidea - Jorge Pimentel

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