julio 02, 2008

Sobre folklor y mercado




Fuente:
Revista Ideele Nº 168, marzo 2005, pp. 58-59
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Dina Páucar: la lucha por el rating
José A. Lloréns Amico



Dina Páucar se ha vuelto en estos momentos la más conocida representante de una joven generación de cantantes femeninas del mismo estilo de música andina (básicamente huayno cajatambino interpretado con arpa andina apoyada con instrumentos electrónicos de percusión) que compiten fuertemente entre sí por el público no sólo de Lima sino de todo el país e incluso de los cada vez más numerosos peruanos radicados en el extranjero. En esta competencia, quedan desplazadas otras variedades regionales de música popular andina, en tanto los jóvenes son seducidos por la momentánea popularidad del estilo cajatambino.

Así, el anterior “imperialismo musical huanca” ha declinado ante el empuje del centralismo mediático que sostiene a las nuevas divas del folclor. De modo que, en contraste a la actitud que muchos analistas están asumiendo, este fenómeno merece una reflexión crítica en vez que únicamente celebratoria.

Contra lo que algunos parecen sostener, la popularidad de estas cantantes no es un fenómeno circunscrito a la capital del país ni mucho menos es una dinámica cultural comprensible o explicable sólo en términos de los gustos musicales de “migrantes de tercera generación” en la ciudad o de la “consolidación de una Lima chola”. Es mucho más amplio y complejo que eso. Debido a la creciente expansión de los medios de comunicación e incluso la Internet(1), pero sobre todo a sus giras por las ciudades y pueblos del interior, estas cantantes son ampliamente conocidas a nivel nacional y proporcionalmente aún más populares en las audiencias del interior que entre la población de Lima. Por otra parte, estas cantantes también han realizado giras por el exterior, presentándose no sólo ante públicos bolivianos o ecuatorianos, sino sobre todo ante los cada vez más numerosos emigrantes peruanos en el extranjero.

Aparte de cultivar el mismo estilo musical, también como personas estas cantantes tienen importantes puntos en común, algunos de los cuales ellas se encargan de enfatizar y de recrear, continuamente reinventándose a sí mismas en sus entrevistas, en sus sitios Web y, particularmente Dina Páucar, en su miniserie. A partir de estas circunstancias, se nos presentan como personas que se han forjado a sí mismas y logrado lo que se proponían: realizarse como artistas populares y poder con esto salir de la pobreza y el anonimato. En términos más artísticos, se consideran innovadoras o “modernizadoras” del folclor andino, el cual consideran haber revitalizado al hacerlo más acorde a los gustos de las audiencias más jóvenes del campo y la ciudad, pero a la vez manteniendo buena parte de su tradicional afinidad con los gustos de las generaciones anteriores.

Para lograr individualizarse entre decenas de intérpretes de estos géneros, sus más conocidas exponentes se ha visto en la necesidad de convertirse en promotoras de sus actuaciones públicas, lo que implica tener sus propias empresas de espectáculos. Esto implica no sólo la producción de discos compactos de audio y video, sino además programas radiales para promover tanto sus grabaciones musicales como sus presentaciones públicas. Este tipo de actividad empresarial también incluye la venta de cerveza y viandas en sus presentaciones, así como de una serie de artículos icónicos. Hasta se puede obtener de sus sitios Web un fondo de pantalla (“papel tapiz” o wallpaper de monitor) para tener sus imágenes en la computadora. En una palabra, explotan prácticamente todos los recursos de la industria cultural.

En cuanto a su selección para una miniserie de televisión y para el cine, su vida se presta más al mito del éxito ya que tuvo circunstancias relativamente más complicadas o “difíciles” y por tanto es más dramatizable que la de sus competidoras. En este sentido, su historia se prestaba mejor a los objetivos de la serie con la que, según alguna vez declaró su directora, intentaba dar un mensaje positivo y de aliento mediante un personaje de origen humilde que supera múltiples dificultades hasta obtener el éxito económico y la consagración vocacional. El propio subtítulo de la miniserie lo hace claro: “la lucha por un sueño”, aunque para aumentar el efecto dramático se haya manipulado y hasta ocultado aspectos básicos de su vida(2). Por lo demás, la miniserie oculta las constantes divisiones y serios conflictos generados entre las cantantes por la fuerte competencia artística, así como las acusaciones de plagios de composiciones(3), uso indebido de temas(4), derechos de autor impagos, y el perjuicio que sufren por la piratería de sus producciones audiovisuales.

En términos más críticos, se trata de una variación más de la telenovela “Simplemente María”: el “triunfo provinciano”; sólo que, en vez de ser la costura, habilidad que en el mensaje de la telenovela representaba el vehículo de superación económica y social para la migrante provinciana de origen popular, es el canto el canal de realización. Pero hay diferencias más importantes. Para empezar, la costura es una actividad más asequible aunque evidentemente mucho menos visible que el canto. Pero por lo mismo, el mensaje de la miniserie es a mi entender aún más engañoso que el de “Simplemente María”, porque se requiere una cualidad que es mucho menos común que la destreza manual de la costura. En todo caso, se refuerzan los estereotipos acerca de los canales de éxito que están a disposición de los sectores populares: si no es el deporte, entonces el espectáculo(5).

Los realizadores de la miniserie, en resumen, se han apropiado por un momento de un personaje de arraigo popular, con cuya propia complacencia y conveniencia empresarial manipulan y explotan, presionados por la necesidad de obtener rating en la pelea para tener la mayor tajada de la limitada “torta” publicitaria de nuestros tiempos, y con la menor inversión de tiempo y dinero en la realización. No parece ser casual que la miniserie se haya programado en el mismo horario de un concurso de canto en otro canal, y cuyos participantes son en su gran mayoría de origen popular, en el cual también se repite la noción de que los competidores tiene la oportunidad de “cumplir su sueño” de conseguir la fama. Es decir, se explota el afán de celebridad como trampolín al éxito, y todo bajo un género de televisión nacional que, por lo demás, está entre los más baratos de producir. En términos artísticos, lo más preocupante es la miniserie de Dina Páucar refuerza la noción de que el estilo cajatambino “modernizado” es la receta del éxito en el ámbito musical andino, en detrimento de la amplia variedad regional. Tal vez la miniserie “redescubrió el folclor” para algunos pero, para la mayoría, el “folclor” que debido a Dina Páucar ha salido a la superficie mediática está eclipsando la diversidad de expresiones musicales andinas de nuestros tiempos.



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Notas:

  (1) Ver “sitios Web oficiales”: www.dinapaucar.com.pe; www.soniamorales.com; y www.abenciameza.com, en los que anuncian sus giras y producciones radiales y discográficas, e incluyen una breve biografía y galería de fotos.
(2) Por ejemplo: “-¿Cuándo empezaste a cantar? -- Desde los 7 años. Mis papás son músicos. Mi papá tocaba el arpa y mi mamá cantaba”, ha dicho Dina Páucar en una entrevista de la revista Caretas (Lima, 11-oct-2002). En la miniserie no se menciona este dato, el cual es fundamental en la biografía de cualquier músico. Más bien al contrario, el ocultamiento resulta conveniente para darle un efecto más dramático a su vida: permite construir una oposición marcada de sus padres a su vocación musical, y sobre todo dar a entender que su “don artístico” surge de la nada, lo cual es reforzado en su sitio Web: “La vocación de cantante nació cuando ella tenía 14 años, mientras trabajaba como empleada doméstica; nadie imaginaba que sería una estrella. Según Dina, mientras cocinaba imaginaba las melodías y luego las memorizaba. Debe ser por eso que canciones como «Madre» o «Qué lindos son tus ojos», tienen la calidez de la comida recién preparada”. Sin embargo, más abajo citamos una querella judicial que ella ha tenido por su atribuirse la canción «Qué lindos son tus ojos».
(3) Dina Páucar ha estado involucrada en esta situación: «Por el presunto delito contra los derechos de autor, el Ministerio Público denunció a la popular cantante vernacular Dina Páucar. La denuncia señala que Páucar modificó la letra del conocido tema “Qué lindo son tus ojos” [precisamente la canción que la consagró], cuyo autor sería el compositor puneño Ubaldo Apaza. [...] "Ha venido interpretando la canción sin autorización y sin pago alguno, ya que dicha letra está registrada en la Asociación Peruana de Autores y Compositores", dijo el supuesto agraviado». En http://www.24horaslibre.com/locales/1066087953.php
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(4) Ubaldo Apaza, “autor del famoso tema [«Qué lindos son tus ojos»] le entabló un proceso judicial a Dina [Páucar] por presuntamente haber usado su tema sin su autorización [...]”. El abogado de Páucar declaró al periódico que están “más de tres años con este problema judicial”. Diario Extra. Lima, 16-0ct-2004, p. 8. Cabe notar que el autor del tema musical también está entablándole una demanda de varios millones de soles al canal de televisión por uso no autorizado de su obra en la miniserie.
(5) Es importante señalar al respecto que Sonia Morales alguna vez declaró en una entrevista de televisión que ella había querido destacar como voleibolista, pero no tenía las mejores condiciones para lograrlo; entonces, optó por el canto.




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