enero 18, 2009

"Palabra de Cumanana"


Fuente:
Semanario Variedades
El Peruano, 25 de agosto de 2008, N° 84, año 100, 3ra etapa, pp. 2-4
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Palabra de cumanana
Encuentro con los cumananeros de Morropón


En la provincia piurana de Morropón las palabras fluyen con cadencia y se sazonan con singular ironía para destacar en la competencia. En los contrapuntos inagotables los cumananeros se retan con versos que aunque buscan la revancha nunca tienen ánimos perversos.

Texto y foto: Jesús Raymundo Taipe

Cuando dialoga, sus palabras relucen toda su sabiduría y creatividad. Son una ráfaga de versos cadenciosos que nacen para provocar respuestas. Con espontaneidad, Nicanor Sandoval León –maestro de la cumanana y del tondero- sazona sus cuartetos con una pizca de ironía y otra de picardía.

El morropano de piel tostada y mirada querendona expresa sus emociones a la velocidad de su mente ágil. En su caso, los ademanes son gestos insignificantes, porque sus mensajes rimados gozan de gran expresividad. La voz de este personaje de contextura delgada y baja estatura se asemeja a una paleta que simboliza los colores de sus emociones.

La mayor parte de sus 57 años los ha vivido enamorado de la cumanana, género de la literatura popular que conoció en los matrimonios, bautizos y 'pelamientos' (cortes de pelo) de su pueblo. Allí vio cómo los compadres se retaban, mientras brindaban con chicha de jora. El contrapunto empezaba cuando uno de ellos le decía su verdad al otro, quien le contestaba en rima. "A las finales salían discutiendo, porque nadie quería perder", comenta.

Cuenta que cada vez se practica menos la costumbre del contrapunto porque requiere de mayor creatividad, experiencia y, sobre todo, de rapidez mental. Igualmente, en el pueblo son pocos los que cantan sus cuartetos acompañados por guitarra y cajón. "A veces, la contendora busca el desafío del baile, por lo que la cumanana termina con un tondero. Por eso, se dice que ambos son hermanos".

Dama del verso

Maritza de Jesús García Reyes esconde su talento detrás de su sonrisa tímida y su mirada de desconfianza. Sentada frente a una jarra de 'clarito' -la primera fermentación de la chicha de jora- y un piqueo de pescado frito y carne asada, revela que es la autora de un centenar de cumananas. "Llevo años escribiendo, pero siento un poquito de temor para expresarme ante el público", dice.

Una mala experiencia en un concurso regional la ha obligado a evitar el público. El día que salió a declamar, el micrófono dejó de funcionar y los asistentes la pifiaron sin piedad. "Cuando quería continuar, el jurado me dijo que tenía que retirarme porque el tiempo ya se había cumplido. Desde ahí se me quitó el entusiasmo".

Sus creaciones las ha compartido con los escolares de Morropón, de la Universidad de Piura y de la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas. En un concurso realizado hace dos años en una radio de la región ocupó el primer lugar con cuartetos que rendían tributo a periodistas que fallecieron en la caída del puente de
Piura.

"Nosotros hacemos las cumananas, no las recopilamos ni las sacamos de los libros. En las fiestas o en los chicheríos, nacen de la creatividad. Cuando nos cogen fríos, no siempre tenemos el valor. Por eso, los sentimientos más profundos los expresamos con
'calentura', con un trago adentro."

Su rostro ovalado, de piel oscura, se ilumina cuando declama sin usar los ademanes. Está convencida de que su figura rellena, pero menuda, se expresa mejor a través de la cumanana. Sorprendida con mi visita, comparte su inspiración: "Amigos de El Peruano/ os vengo a saludar / extendiendo mi mano y diciéndoles / que de mi pueblo no se vayan a olvidar / porque el amor de mi gente / es de alma profunda / que lleva los recuerdos / grabados hasta la tumba".

A su lado, Nicanor Sandoval León se sorprende cuando escucha su historia. Entonces, interviene en la conversación al compás de una cumanana: "Amiga, Maritza / tú solita te estás enterrando / mira que aquí está la prensa El Peruano / que ha venido y nos está grabando". Entonces ella, motivada por el reto, le responde: "Es que don Nicanor / tú no sabes lo que a veces tengo / es que me mata el miedo / y no me siento tan contenta".

El diálogo continúa de manera fluida. Don Nicanor trata de convencerla para que olvide sus temores y este año vuelva a concursar. Finalmente, ella le responde, en tono optimista: "Tienes razón, Nicanor / voy a buscar la forma de recitar / y que me tomen en cuenta / para participar en cualquier festival".

Fogón de inspiración

En el patio del chicherío de Juana Francisca Araujo Barranzuela, inaugurado hace dos meses, el tondero morropano se escucha con sabor natural a través de los parlantes. Junto a un árbol de plátano, Nicanor y Maritza de Jesús brindan con la chicha de jora que refresca la inspiración. De pronto, la anfitriona se acerca para anunciarles que en un rato los acompaña. Ese día, los turistas esperan disfrutar de su sazón.

A sus 56 años, ella se ha consagrado como una de las cultoras más importantes de la provincia. "Me gusta la cumanana porque tiene chispa y es alegre. En las fiestas, cuando uno está con sus traguitos, se empieza a cantar para recordar a los antepasados, a los abuelos y a los tíos", me comenta con su mirada inexpresiva. Luego me sonríe. Su piel oscura contrasta con el vestido tradicional de color hueso que luce para la ocasión. Y su aparente seriedad también es opuesta a su amabilidad que lo expresa a través de sus potajes. En Morropón, la naturaleza también es hospitalaria: obsequia un cielo azul que alberga a un sol intenso que baña con su luz las chacras y calles de tierra.

En las casas de adobe, Juana Francisca Araujo Barranzuela vio, a mediados del siglo pasado, cómo enamoraban a las chicas. "Cuando tomaban en las fiestas, a veces había una chica que les gustaba, entonces los pretendientes hacían su contrapunto para ella. Antes la gente era analfabeta, entonces por medio de la cumanana las enamoraban".


Recuerda que su abuelita les cantaba a sus tíos. De ellos aprendió a valorar la creatividad. Luego transmitió a sus hijos todas sus costumbres y los llevaba a los festivales. Así, el mayor de ellos, que hoy tiene 25 años, es campeón nacional en tondero y cumanana. "Cuando tenemos alguna invitación, con mi hijo hacemos un contrapunto. Nos invitan a serenatas y a las universidades de Lima y Piura".

Ella es una de las pocas que domina la cumanana cantada. Por eso, Don Nicanor la invita a un contrapunto. "Que señora tan prejuiciosa / que viste bonito vestido / ojalá que con el tiempo / encuentre bonito marido". Ella le responde: "Y de eso ni pensarlo / que yo sabré escoger / aunque los hombres de ahora / lo que quieren es merecer".

Luego del intercambio de varios cuartetos, donde se mofan y se disculpan, él le dice: "Señora mía / yo siempre soy sincero / aunque usted no lo sepa / yo sé bailar bien mi tondero". Ella acepta el reto: "A ver, vamos pues, que me lo demuestre / que aunque pobre soy / yo te apuesto lo que cueste / y nos bailamos el tondero". Así empieza el contrapunto en la pista de baile, donde el cuerpo lo dice todo.

Los cumananeros de Morropón son conscientes de que si no difunden y promueven su creación, este género de la literatura popular podría extinguirse. A finales de la década de 1980, cuando falleció el célebre Ramón Domínguez Saavedra, maestro de la cumanana conocido como "El Negro Ramón", se pensó que iba a desaparecer.

Voces con historia

Cuenta el investigador morropano Federico Sánchez Cruz, autor de Voces y letras de Morropón, que uno de los últimos deseos del más grande cumananero del denominado Alto Piura fue publicar su obra Mis noches sin luna. "Se tiene que hacer justicia no solo al autor sino, además, a nuestra brava tierra que debe ser reconocida como cuna del mestizaje y de un folclor que es parte de la cultura peruana".

Maritza de Jesús García Reyes, de 42 años, destaca la necesidad de contar con una obra que recopile las cumananas de toda la provincia. "Es nuestra expresión y nuestro sentir que lo entregamos con amor para que los niños y los jóvenes lo aprendan y puedan valorar. Aunque dicen que la cumanana ha terminado con la muerte de Ramón Domínguez, él ha dejado semilla para seguir sus logros. Quien aprende, enseña. El maestro Nicanor Sandoval León reafirma su compromiso con la cumanana. "Debemos asegurar que se mantenga viva, porque en cualquier momento San Pedro nos estará llamando. Estamos obligados a difundir las cumananas y dar clases a los niños para que aprendan y sepan mantener lo nuestro". En su caso, ha participado en eventos culturales organizados por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Alas Peruanas.

Juana Francisca Araujo Barranzuela comenta que la cumanana está renaciendo en Morropón. Está convencida de que, tal como en su caso, si se incentiva a los niños, sobre todo los de contenidos pícaros, ellos empezarán a cultivarlo. Ella, al igual que el resto de los cumananeros, está dispuesta a compartir sus experiencias. Todos quieren que la belleza de la creatividad nunca se pierda.


Orígenes y evolución

Los investigadores no se han puesto de acuerdo sobre los orígenes de la cumanana, aunque creen que sus raíces son previas al tondero. Todo indica que esta expresión literaria y musical surgió a finales del siglo XIX.

Orlando Velásquez Benites, autor de Cultura afroperuana en la costa norte, considera que sería un género musical que no ha evolucionado. Sobre el lugar de su origen hay versiones que señalan que su cuna es Morropón. Nicomedes Santa Cruz concluye que los primeros cultores fueron los poetas negros que vivían en las haciendas de esta provincia.

Señala que, tradicionalmente, las coplas son de cuatro líneas octosílabas, que antes eran acompañadas con arpa. Dos famosos cumananeros morropanos son La Cotera y Veintimilla. Además se recuerda a Ramón Domínguez Saavedra, José Zapata Arica e Ignacio Castro.

Posteriormente, los arrieros se encargaron de difundirlo en la costa y la sierra del norte peruano. Hasta mediados del siglo pasado, la cumanana fue acompañada con el arpa y la vihuela. Hoy, raras son las ocasiones en que participan la guitarra y el cajón, porque se prefiere la versión declamada. Los espacios habituales son las chicherías, las calles y plazas, y las reuniones familiares.

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Apuntes

- En 2004, la cumanana fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto Nacional de Cultura.

- Nicomedes Santa Cruz señala que el término cumanana provendría del idioma bantú. Significaría 'aguardar', 'esperar' o 'contar con una respuesta'.

- Además de Morropón, la cumanana se practica en Ayabaca (Piura). Asimismo, se ha extendido a pueblos de Cajamarca, La Libertad, Lambayeque y Tumbes.



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Video


Vallejo y Mariátegui

Cumananas por Nicomedes Santa Cruz



Audio

Cumanana por Chalena Vásquez (link)



Links
Cumanana– kumanana – KU / MAN / AN / A - Chalena Vásquez
Cumananas de Morropón







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