enero 30, 2013

Máximo Apaza y su Arpa imperial



Máximo Apaza no sería conocido por la mayoría de peruanos si no fuera por youtube. Su condición de surandino, quechua hablante, de uno de tantos pueblitos olvidados de este vasto país, como tantos otros, lo limitaron a un público segmentado: sea indígena-campesino o migrante de periferias urbanas. En los años 70's a 80's, que es cuando desarrolló su carrera artística, este tipo de música aún no circulaba en las radios principales ni en la TV, a los sumo en radios a.m.

Apaza nació el 4 de octubre de 1955 en el distrito de Pitumarca (Canchis, Cusco), sus padres fueron Manuel Apaza y Benita Calderón. Realizó sus estudios primarios en el C.E. 56052, y secundarios en el Colegio Zela, ambos en Pitumarca. Llegó a dominar el arpa cuando tenía unos 13 años de edad; a los 16 grabó con el conjunto Qori Coyllur de Pitumarca, y posteriormente se desempeñó como solista con el rótulo "Máximo Apaza y su Arpa imperial". Se especializó básicamente como cantante solista y ejecutante de arpa de 36 cuerdas. Llegó a las 5 producciones musicales (seguramente en formato casete), llegando a popularizar temas como "Aviunchay" y "Doblan las campanas". En ese trajinar conoció a Justina Huancachoque, paisana suya, con la cual unió su vida y tuvo 3 hijos: Marleny, Gualberto y Marco Antonio.

Sus allegados señalan que en los años 80 fue considerado el mejor arpista del Cusco, que llegó a tocar el instrumento incluso con los dedos de los pies, y que ganó varios trofeos.  Cuentan también que para dominar el arpa tuvo que hacer un pacto ancestral con la sirena en un lugar llamado Encatoyoq en la localidad de Pitumarca, y que por tal motivo estaba muy prohibido de tener algún tipo de enlace conyugal; que es por ello que cuando se casó formalmente con su esposa Justina, falleció en menos de un mes.

Su éxito se proyectó en el sur del Perú.  Su soñada conquista de Lima se vio frustrada con su fallecimiento el 3 de noviembre de 1983.  Uno de sus hijos, Gualberto Apaza, sigue sus pasos, pero ya totalmente absorvido por la lógica -a menudo pedestre- del emergente mercado urbano del folklor.
//m.c.d.


Aviunchay (Avioncito)
subido por yupanki8

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Enlaces

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El charango y la sirena: música, magia, y el poder del amor - Thomas Turino
Tu piel, mi piel, nuestra piel.  Salud, música y naturaleza en los Andes - Mónica Gudemos