Ejecución de las wankas durante la siembra de la papa, en la comunidad de Tarcuyo
Foto: M. Arce Sotelo
Hace algunas semanas Alfonsina Barrionuevo entrevistó en su programa Huellas el tiempo a Manuel Arce Sotelo, etnomusicólogo de amplia trayectoria en la investigación de música rural andina ligada al ritual, que actualmente reside en París. Entre sus trabajos destacan La danza de tijeras y el violín de Lucanas (2003), Les agosto haylliq : eau, religion et rituels dans les vallées d'Ayacucho (Pérou) [Las agosto haylliq : agua, religion y rituales en los valles de Ayacucho - Perú] (2005), y más recientemente, su tesis doctoral sobre las wankas de Tarcuyo: Les wankas de Tarcuyo. Chants et rituels dans les Provinces Hautes de Cusco (Pérou) [Las wankas de Tarcuyo. Cantos y rituales en las Provincias Altas de Cusco-Peru] (2012). Un detalle más completo de su trabajo se puede buscar aquí.
Me llamó la atención su ultimo estudio porque tenía entendido que a lo sumo el harawi, la cashua, y la música de las danzas de las huaylías y las pallas (relacionadas estas dos últimas al calendario inca), eran formas musicales vivas que aún guardaban un nexo evolutivo identificable con expresiones musicales prehispánicas. Fue revelador constatar la existencia aún viva de las wankas, aunque lamentablemente, en peligro de inminente extinción. De manera similar al harawi, las wankas actuales son ejecutadas sólo por mujeres que al hacerlo, se cubren el rostro. Sin embargo la connotación ritual es distinta: al cubrir casi completamente el rostro con sus faldas, las mujeres (en número invariable de cuatro) buscan entrar en contacto íntimo y directo con la Pacha Mama, esto es, hacer escuchar lo mejor de sus voces dentro de la matriz sagrada de la vida para que ofrezca lo mejor de sus frutos, en este caso puntual, la papa. Se trata de un ritual eminentemente propiciatorio y revela cómo sobrevive aún la visión animista de la naturaleza en la cosmovisión quechua.
El calendario ritual anual de las comunidades indígenas (devenidas del ayllu prehispánico) ha sido hasta hace poco muy nutrido, con diferentes eventos y ceremonias para cada etapa del ciclo vital, pero debido a la desestructuración que la vida moderna impone a las poblaciones rurales (como avance del pensamiento racional y moderno sobre el pensamiento mágico, aparentemente arcaico), más aceleradamente en las últimas décadas, este conocimiento se viene perdiendo. Tarcuyo conserva varias de estas ceremonias y rituales pero también ya ha perdido bastante; tal vez estamos ante la última generación de mujeres que aún wankan, pues ninguna de sus hijas están interesadas en seguir con esta tradición.
Me puse a buscar más datos sobre este trabajo y sólo encontré reseñas generales en inglés y francés. Nada en español. La tesis está escrita en francés, por ello me limito a traducir la reseña que da cuenta de ella en el reporte Résultats scientifiques et activités de l’année 2012 (p. 15). Hay conceptos que más que traducirlos los he interpretado:
- Wankas de Tarcuyo. Cantos y rituales en las provincias altas el Cusco (Perú)
[ 406 p. Inc. ilustraciones, anexos (glosario de palabras en quechua, partituras y textos de los cantos wankas) y un DVD de audio y vídeo]
Esta tesis doctoral en etnología (especializada en etnomusicología) fué sustentada el 06 de diciembre 2012 en la Université Paris Ouest Nanterre por Manuel Arce, ex-miembro del IFEA.
En las comunidades de altura del sur andino la papa es considerada más que un simple alimento. Tratada como un ser vivo, la cultura de la papa implica una serie de ofrendas musicales rituales a lo largo de su ciclo agrícola. En el pueblo de Tarcuyo (Provincia de Espinar, Cusco) la siembra de este tubérculo se realiza con la ayuda de cantantes [¿canciones?] conocidas como wankas. Sus versos en quechua se dirigen en primer lugar, a las plantas, a fin de propiciar que crezcan, pero también a otros destinatarios como el dueño de la tierra a sembrar, los agricultores o los diferentes elementos de la naturaleza. La tradición de las wankas se extinguió en las comunidades vecinas, y es Tarcuyo acaso, el último pueblo de la región donde estos cantos rituales agrícolas aún son practicados.
El análisis de este repertorio revela los diferentes parámetros que conforman su estética musical: su relación con la fecundidad y la fertilidad, el aspecto lúdico y ritual del trabajo colectivo, la organización de repertorio vocal bajo la forma de un programa músico-ritual con etapas, con parámetros específicos en cada una, y que se engarzan en una progresión que apunta a un punto performativo máximo. Las conclusiones obtenidas en este análisis son contrastadas en paralelo con otras performances similares como el Chiaraje o Tinku de la provincia de Canas, batalla ritual entre coaliciones de comunidades [opuestas y complementarias a la vez: Langui Quehue / Checca Kunturkanki], que se realiza igualmente con el acompañamiento de cantos femeninos (las qhashwas) para infundir coraje a los combatientes. Este estudio permite constatar las analogías significativas que hay entre ambos rituales agrarios de las Provincias Altas del Cusco.
El estudio en mención no sólo demuestra la influencia que la voz puede ejercer en las plantas de papa o en los hombres, sino también el papel de las intérpretes, como intermediarias rituales entre los pobladores de Tarcuyo y las deidades del inframundo [Kay Pacha], en un ambiente donde las tradiciones ceden cada vez más paso a la modernidad.
//m. cornejo d.
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Enlaces:
La danza de tijeras y el violín de Lucanas - reseña
Entrevista de Alfonsina Barrionuevo a Manuel Arce Sotelo, sobre este tema
Entrevista de Alfonsina Barrionuevo a Manuel Arce Sotelo, sobre este tema
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