marzo 16, 2014

Atisbando cantares y bailes de las navidades limeñas del ochocientos

Ricardo Palma y José Gálvez, por su fina pluma, están entre los más destacados cronistas de las costumbres limeñas de antaño,  pero no son los únicos que se presentan como fuentes de referencia.  Hay una vasta bibliografía testimonial que aún aguarda ediciones, re-ediciones o compilaciones críticas por la información que ofrecen. Por ejemplo, están los artículos y libros de Manuel Atanasio Fuentes o más posteriores de Eudocio Carrera Vergara (que publicaba en El Comercio a inicios de la década del 40) o de la revista Cascabel (publicada en la década de 1930).  Otras fuentes como los romanceros de José Torres de Vidaurre (Romancero criollo, 1935) y Arturo Montoya (Romancero de las calles de Lima : Cantares, 1932), o como los testimonios de Augusto Ascuez  (n. en 1895) publicados en diferentes medios (sobretodo en el supl. VSD de La República en 1982 y 83), sólo por mencionar algunos pocos que me vienen a la mente, también merecen atención.

Por ahí va la reconstrucción de los bailes mestizos limeños del siglo XIX: en estos testimonios de parte y en la textualización de los intelectuales (más ligada a la literatura y las artes escénicas que a políticas de Estado) que se propusieron, desde una visión centralista, delinear el rostro cultural del vasto país en ciernes.  De antemano podemos atisbar la deficiente textualización, reflexión y legitimación política de la cultura ligada a lo popular; esto se debe mayormente a que los intelectuales capitalinos tuvieron como ideal de desarrollo el modelo republicano liberal francés, por ello se esmeraron, si no en ocultar, en morigerar los rasgos profundamente mestizos y diversos de la sociedad limeña  de su tiempo. Esta deficiencia fue subsanada parcialmente por los escritos de los viajeros europeos, que llegaban a estas tierras para registrar todo lo que podían con afán de etnógrafo ilustrado (y civilizador), pero incurriendo no pocas veces en una  exotización orientalista que obliga en buena medida, a una lectura interpretativa de sus textos.  Si no fuera por  la vasta obra pictórica de Pancho Fierro y seguidores, realizada al margen de la cultura oficialmente promovida, esta tarea de reconstrucción sería aún más ardua de lo que es.

Algunos de esos numerosos bailes mestizos se practican hasta hoy, otros ya no.  El texto abajo transcrito, perteneciente a Palma, por ser más bien testimonial  -es decir, no literario o ficcional-, permite ordenar estas ideas generales para un mayor estudio:
  • La importante presencia del baile de la zamacueca en las fiestas navideñas y de Reyes, desde el 8 de diciembre (fiesta del Altar de la Purísima)  hasta el 6 de enero (Bajada de Reyes), acompañada con arpa y cajón.  Una danza profana y lujuriosa  que se toma con fuerza  los intersticios de fiestas tan significativamente devotas, sobretodo en los amaneceres posteriores al  Altar de la Purísima, Nochebuena y Bajada de Reyes.  Escenarios y actores diversos:  por un lado las familias decentes la bailaban en sus salones frente a altares o belenes, por otro, las clases más populares la practicaban (en sus versiones borrascosas) en sus vecindades o simplemente en calles y plazas, empezando por la Plaza Mayor.   
  • El énfasis en el carácter borrascoso  que Palma atribuye a las zamacuecas populares  (es decir, practicadas por el populum mestizo) obliga a hurgar en el mensaje ideológico del término. Borrascoso alude, según la RAE, a lo que es dominado por el desorden y el libertinaje, es decir, a lo indecente, a lo que está al margen de lo políticamente correcto, del  ideal canónico implantado o promovido por las elites.  Qué pasó con estas zamacuecas borrascosas: ¿se extinguieron por deliberada censura de esas élites?  creo que más bien, por la mayoría relativa de la población que la practicaba (mestiza, afro-indo-hispana), evolucionó y se transmutó (en procesos regionales que han guardado matices propios), en las diversas variantes de nuestros actuales bailes de pañuelo.  ¿Tuvo sólo que ver con marineras limeñas y resbalosas?  ¿influenció  en las otras marineras costeñas y serranas? ¿en los tonderos? ¿recibió a su vez? ¿cómo?    Lo relevante es que esta historia se ha desarrollado más como una tradición de cultura viva  oralmente transmitida a través de las generaciones que en el  ámbito de los textos desarrollados por  la institucionalidad pública o civil.  Esta es una importante veta de investigación aún muy poco desarrollada en nuestro medio.
  • Cabe apuntar que otro evento importante donde se bailaba zamacueca (o marinera, que es lo mismo) era en los velorios de angelitos.  Este tipo de práctica ritual consistente en despedir con alegría  a un niño tierno porque elevaba su alma inmaculada al cielo para proteger a su familia, no sólo se circunscribía a Lima, sino a la faja costera y a la franja andina, en distintas variantes  rurales y urbanas (no tengo aún referencias sobre el espacio amazónico).  En el caso de la costa norte y de Lima se practicaban diversos bailes, destacando el de la zamacueca o marinera; esto ha persistido al menos hasta inicios del siglo XX, y aún persiste con otros matices y expresiones músico-danzarias en la zona andina.
  • La importancia de las comidas y bebidas generosamente compartidas en estos encuentros.
  • Los villancicos cantados por las criadas en las casas decentes, con clavicordio y violín.
  • Una Orquesta Criolla animaba la misa matinal de Aguinaldo del 15 de diciembre, con repertorios más bien populares.  
  • La presencia de las Pallas andinas al final de la Misa de Aguinaldo, ejecutando cachuas y maisillos, muestra que en esta misa se congregaban lo costeño (la Orquesta Criolla) y lo andino  (las Pallas) en una Lima ya más andinizada  en esa época de lo que muchos suponen. 
  • Aparte de la Misa de Aguinaldo las Pallas hacían presencia en los atrios de las iglesias durante la Misa de Gallo en Nochebuena.  En esta ocasión cantaban villancicos;  ¿tambien sus cachuas y maisillos? ¿esos villancicos eran sólo de añejo romancillo o sonaban ya mestizos, con notas pentafónicas o versos en quechua?,  muy probablemente.
  • La población afrodescendente tuvo igualmente notoria presencia en estas fiestas navideñas.  Los Atajos de Negritos  de Chincha  (vinculados a las haciendas), parecen haber  trascendido a la capital recién en el siglo XX, pero con seguridad hubo performances de adoración inscritas en una tradición más urbano- limeña, y estrechamente vinculadas a la tradición del romancero.
  • El arte de re-crear los nacimientos y belenes en cada navidad, alcanzó los más altos niveles de expresión artística  en la Lima tradicional.
// m. cornejo d.



Fuente:
Navidad en la literatura peruana
Alberto Tauro (selección y prólogo)
Lima :  Huascarán, 1948, pp. 95-100
............................................


El mes de diciembre en la antigua Lima
Ricardo Palma



Pareja danzando zamacueca decente frente al Altar de la Purísima - 2 apuntes:


Altar de la Purísima - Pancho Fierro (c. 1820)




Dibujo de J. Cabrineti según croquis remitido por D. Ricardo Palma
(Rev. La Ilustracion Artistica.  Barcelona, 18 dic. 1893, Nro. 625)



Danza de Pallas - Pancho Fierro (c. 1820)
Imagen tomada de este sitio
En la actualidad las Danzas de Pallas y las Danzas de Pastoras y Pastores, mestizas con clara raíz prehispánica, se practican en numerosos pueblos de la sierra central (Lima, Junín, Ancash, Huánuco...), principalmente en Navidad y Bajada de Reyes, un ejemplo de Yauyos en la sierra de Lima,  aquí



I

Allá en los tiempos del rey, la conclusión de año era, en la ciudad fundada por Pizarro, de lo mejor.  Mes íntegro de jaraneta y bebendurria.

Raro era el barrio en que el 8 de diciembre no se celebrara, en algunas casas de la circunscripción, con lo que nuestras bisabuelas llamaban Altar de la Purísima.  Armábase éste en el salón principal, y desde las siete de la noche los amigos y amigas invitados empezaban a llegar.

Las jóvenes solteras se diferenciaban de las casadas en la colocación de las flores que se ponían en el peinado.  Era sabido que rosas y claveles al lado izquierdo significaban que la propietaria se hallaba en disponibilidad para admitir huéspedes en el corazón.

Principiábase por un rosario de cinco misterios, acompañado de cánticos a la Virgen; seguía una plática devota, pronunciada por el fraile de campanillas, comensal de la familia, y dábase remate a la función religiosa con villancicos alegres cantados al compás de clavicordio y violín por las criadas de la casa, a las que se asociaban otras de la vecindad.

Después de las diez de la noche, hora en que se despedían los convidados de etiqueta, principiaba lo bueno y lo sabroso.  Jarana en regla.  Las parejas se sucedían bailando delante del altar el ondú, el paspié, la pieza inglesa y demás bailes de sociedad por entonces a la moda.

Por supuesto que las copas menudeaban, y ya después de media noche se trataba a La Purísima con toda confianza, pues dejándose de bailecitos sonsos y ceremoniosos, entraba la voluptuosa zamacueca con mucho de arpa y cajón.

Y el altar de La Purísima duraba tres noches, que eran tres noches de jaleo en las que, so capa de devoción, había para las almas mucho, muchísimo de perdición.


II

Desde el 15 de diciembre comenzaban las matinales Misas de Aguinaldo en las que todo era animación y alegría.  ¡Qué muchacheo tan de rechupete el que en esas mañanas se congregaba en las iglesias para tentación y pecadero del prójimo enamoradizo!

Una orquesta criolla, con cantores y cantoras de la hebra, hacía oír todos los airecitos populares en boga, como hoy lo está aquello de:

Santa Rosa de Lima
¿Cómo consientes
que un impuesto le pongan
al aguardiente?

Lo religioso y sagrado no excluía a lo mundanal y profano.

Al final de la misa un grupo de pallas bailaba la cachua y el maisillo, cantando coplas no siempre muy ortodoxas.

Una misa de aguinaldo duraba un par de horitas por lo menos, de siete a nueve.  Esas misas sí que eran cosa rica, y no insulsas como las de hogaño. Hoy ni en las misas de Aguinaldo, ni en la del gallo, hay pitos, canarios, flautines, zampoñas, bandurrias, matracas, zambombas, cánticos ni bailoteos; ni los muchachos rebuznan ni cantan como gallo, ni ladran como perro, ni mugen como buey, ni maúllan como gato, ni nada, nada de lo que alcanzamos todavía en el primer tercio de la República, como pálida reminiscencia del pasado colonial.

De tiempos que ya están lejos
aún me cautiva el dibujo
¡Ay hijos! cosas de lujo
hemos visto acá  los viejos

III

La Nochebuena, con su Misa de Gallo  era el no hay más más allá del criollismo.

Desde las cinco de la tarde del 24 de diciembre los cuatro lados de la Plaza Mayor ostentaban mesitas, en las que se vendía flores, dulces, conservas, juguetes, pastas, licores, y cuanto de apetitoso y manducable plugo a Dios crear.

A las doce sólo el populacho quedaba en la palza multiplicando las libaciones.  La aristocracia y la clase media se encaminaban a los templos, donde las pallas cantaban en el atrio villancicos como éste:

- Arre, borriquito
vamos a Belén
que ha nacido un niño
para nuestro bien.
- Arre, borriquito,
vamos a Belén
que mañana es fiesta,
pasado también.

A la Misa del Gallo seguía en las casas opípara cena, en la que el tamal era plato obligado.  Y como no era higiénico echarse en brazos de Morfeo tras una comilona bien mascada y mejor humedecida con buen tinto de Cataluña, enérgico Jerez, delicioso Málaga y alborotador quitapesares (vulgo [del] legítimo aguardiente de Pisco o Motocachi), improvisábase en familia un bailecito [ondús, paspiés, zamacuecas...] , al que los primeros rayos del sol ponían remate.

En cuanto al pueblo, para no ser menos que la gente de posición, armaba jarana hasta el alba alrededor de la pila de la Plaza [Mayor].  Allí las parejas se descoyuntaban bailando zamacueca, pero zamacueca borrascosa, de esa que hace resucitar muertos.

IV

Como los altares de La Purísima, eran los nacimientos motivo de fiesta doméstica.

Desde el primer día de Pascua armábase en algunas casas un pequeño proscenio, sobre el que se veía el establo de Belén con todos los personajes de que habla la bíblica leyenda.  Figurillas de pasta o de madera más o menos graciosas complementaban el cuadro.

Todo el mundo, desde las siete hasta las once de la noche, entraba con llaneza en el salón, donde se exhibía el divino misterio.  Cada nacimiento era más vistoso y comentado que ministro nuevo.

Cuando llegaban personas amigas de la familia propietaria del nacimiento, se las agasajaba con un vaso de [chicha de] jora, chicha morada u otras frescas horchatas, bautizadas con el nada limpio nombre de Orines del Niño.

En no pocas casas, después de las once, cuando quedaban sólo los amigos de confianza, se armaba un golpe al parche y fuego a la lata.  Se bebía y [zama]cuequeaba en grande.

El más famoso de los nacimientos de Lima era el que se exhibía en el convento de los padres belethmitas o barbones.  Y era famoso por la abundancia de muñecos automáticos y por los villancicos con que festejaban al Divino Infante.

Pero como todo tiene fin sobre la tierra, el 6 de enero, día de Los Reyes Magos, se cerraban los nacimientos.  De  suyo se deja adivinar que aquella noche el jolgorio era mayúsculo.

Y hasta diciembre del otro año en que, para diferenciar, se repetían las mismas fiestas, sin la menor variante



...............................................

Audio

Moreno pintan a Christo - marinera y resbalosa
Grabación de campo hecha por Francois Jouffa para un LP titulado Diableries peruviennes (1970s), que compila diversas muestras del folclor peruano (material compartido por
Giancarlo Cavassa).  
Esta producción tiene la deficiencia de no consignar los nombres de los cantantes o ejecutantes de las piezas musicales.




...............................................


Video


Noche limeña
Villancico en géneros marinera y resbalosa
S. ref. de autor
Coro del Colegio San Silvesre.  Lima, 1984
subido porRoberto Reyes




.................................................

Enlaces

Apunte sobre un velorio de angelito en Trujillo (c. 1875) celebrado con bailes de pañuelo
Apunte de zamacueca borrascosa  (Danse liménienne (la samacueca) au son de la guitarre et du potiron  - F. Forest, c. 1850)
Navidad en el Perú (ritos de adoración y villancicos tradicionales)