agosto 29, 2021

"La música en las Misiones de Mainas en los siglos XVII Y XVIII" - Jaime Regan, S.J.

 

Fuente:
Regan, Jaime 
La música en las Misiones de Maynas en los siglos XVII y XVIII.  En: Actas del simposio internacional: "El imaginario jesuita en los reinos americanos (ss. XVI-XIX)".  Juan Dejo SJ [rec.]. Lima : Universidad Antonio Ruiz de Montoya, 2016, pp. 60-65
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La música en las Misiones de Mainas en los siglos XVII Y XVIII

Jaime Regan, S.J.


Mapa de las misiones fundadas por la Orden Jesuita en América del Sur, entre los siglos XVI a XVIII. Se señala en color morado la Misión de Juli (Chucuito-Puno-Perú), la más temprana, fundada en el S. XVI  [origen de la imagen]


En 1638 la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús fundó su primera misión amazónica como respuesta a una invitación del gobernador de Maynas.  A diferencia de la actuación de los encomenderos de trabajo forzoso y denigración de la población local, los misioneros jesuitas pusieron en marcha un proyecto de desarrollo de las cualidades humanas de las personas como base para la interiorización de los valores cristianos y la expresión de su fe en la liturgia. Este proyecto fue interrumpido con la expulsión de la Compañía de los territorios españoles en 1767.

El padre Francisco de Figueroa (1986: 278-279), natural de Popayán y superior de la Misión, escribió en 1661 en sus primeros años de labor misionera, que todos los pueblos tenían conocimiento del Dios creador, pero no le hacían culto.

Todas las naciones que hasta ahora se han tratado tienen conocimiento de Dios y vocablo con que en cada idioma lo nombran, llamándolo también Nuestro Padre y Nuestro Abuelo. Y dicen que creó el cielo, la tierra, los hombres y demás cosas, y que creando las comidas para sus hijos, que son los hombres, se fue al cielo […] tan sin darle culto, ni reconocimiento de divinidad, ni aun al demonio o ídolos (porque no los tienen ni se halla cosa que adoren), que por esta parte se pueden llamar ateistas, sin Dios que reconozcan.

La falta de culto causó extrañeza a estos hombres formados en la perspectiva del Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales: El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor. Y mediante esto salvar su ánima.

Los padres enseñaban la doctrina cristiana y los indígenas aprendían el catecismo mediante cantos. Sin embargo, más de cien años más tarde, los jesuitas todavía dudaban que los indígenas entendiesen la doctrina cristiana. El padre Francisco Xavier Veigl, jesuita austríaco escribiendo en 1768, dijo que no quedaba claro que los indígenas comprendiesen los misterios más esenciales de la fe.

[…] queda siempre la sospecha – indudablemente una de las más agudas espinas clavadas en el corazón de los misioneros – de no haber abrazado jamás la fe con la debida sinceridad, sino fingido […]. Luego de todos los esfuerzos para hacerles comprender, hasta donde sea posible, los misterios más esenciales, al preguntar finalmente si reconocen lo explicado como verdad, la respuesta que se recibe no será otra que “shina chari”, palabras frías también en el uso lingüístico cotidiano, que significan “así debe ser, será pues así”.

Sin embargo, en la celebración de la liturgia encontraron una forma de llevar a sus feligreses a alabar y hacer reverencia a Dios. Lo que alentó a los misioneros en su tarea evangelizadora era la afición de los indígenas por la música, y la emplearon en el proceso de la evangelización. Tenían la certeza de que sus feligreses tuvieran la misma capacidad intelectual y práctica que los europeos. En aquella época la música barroca era la mejor forma de expresar el culto en la iglesia, sobre todo las formas de cámara, orquesta y policoralidad (Kennedy 1993) y sirvió como el medio más apto de expresar la fe.

Existen varios estudios del empleo de la música en las reducciones jesuitas, sobre todo en Paraguay y en la Chiquitanía, pero era una característica de prácticamente todas las misiones jesuitas.  Durante el proceso de restauración de los tiempos jesuíticos de las misiones en el oriente boliviano en 1986, se descubrió en un depósito una riqueza musical de gran magnitud. Hallaron más de 5,000 hojas de música sacra en Chiquitos y 4,000 en Moxos, todas partituras escritas entre los siglos XVII y XVIII, tanto por músicos europeos como por miembros de los pueblos originarios. Esta música fue interpretada en estos pueblos en los días festivos.

Aunque no se hayan descubierto las partituras en Mainas, hay amplios testimonios en los escritos de la época de la importancia de la música en estas reducciones. Los misioneros de Mainas formaban orquestas y coros para el culto en la iglesia. Traían a jóvenes españoles y mestizos de Lamas para enseñarles a cantar.

El P. Wenceslao Breyer, de origen bohemio, enseñó a varios a tocar el violín, el P. Martín Iriarte les enseñaba a leer y escribir las notas musicales, y mandó a algunos jóvenes a perfeccionarse en arpa y violín en Lima. En Jeberos el P. Francisco Xavier Zephyris introdujo un coro de clarines, cornetines y flautas, y otro coro de doce muchachos escogidos y de buenas voces. Un misionero trajo al río Napo un buen arpista de Quito para enseñar a los habitantes de las misiones, y en Santo Tomás de Andoas el misionero costeó el viaje a Quito de un joven para aprender a tocar el arpa (idem: 650).

En Lagunas se había formado un reconocido coro:

Bernardo Zurmillén, siendo misionero del pueblo de la Laguna habilitó a ocho o diez muchachos para cantar misa de cantos tan armoniosos, y bien ordenados, que a juicio de algunos padres acostumbrados a oír en Europa Misa de buenos conciertos, no tenían en qué ceder a los más armoniosos y arreglados de una capilla de música completa (ídem: 649-650).

En las misiones aprendían solfeo y a tocar arpa y violín y algunos fueron llevados a Lima para perfeccionarse y luego volvían a enseñar a otros.

[…] llevó consigo el P. Iriarte a la Laguna dos muchachos hábiles omaguas, Adán y Estanislao, a quienes había enseñado a leer y escribir, y a estos enseñaron solfa y tocar arpa y violín otros dos músicos de allá, que el P. Ignacio Falcón, misionero, llevó de Lima cuando fue procurador, y gastando 200 pesos enseñó con maestros diestros.  Vueltos al pueblo al año, ya enseñados, y casados, tocaban en las Misas domingos, sábados y viernes, y en las fiestas, y estos enseñaron a otros; con que teníamos una Misa competente, con dos arpas y cuatro violines, que podían lucir como los guaraníes, y se fue comunicando a otros pueblos (Uriarte 1986: 182-183).

Para los misioneros era importante un suministro de instrumentos musicales. El P. Juan Bautista Julián (1972: 276), en una carta a otro misionero, le recordó su encargo de flautas.

Espero con ansias las flautas que me prometió el P. Santiago Albelda; si es que se le olvidó mi encargo, ruego a Su Rev. que me las envíe a la primera ocasión, ya que los indios son muy aficionados a esta clase de música.

También había coros acompañados de instrumentos musicales.

En festividades mayores, así como todos los sábados, se celebraba una misa cantada solemne con la asistencia de los acólitos instruidos ya en el servicio del altar, pulcramente vestidos, interviniendo generalmente sólo el conjunto de voces del coro reunido con este fin, y acompañado a veces con instrumentos musicales y entre éstos, incluso, trompeta (Chantre y Herrera 1901: 656-659).

Se celebraban fiestas como las del Navidad, Corpus, Semana Santa y el patrón del pueblo (véase Meier 2001). Por ejemplo, la fiesta del Sábado Santo se celebraba el sábado por la mañana:

A proporción de la devoción dolorosa y compasión del Viernes Santo, era la festiva del Sábado Santo. Al entonar el sacerdote el Gloria in Excelsis en la Misa cantada se abrían de repente las ventanas de la Iglesia, llenándose toda de luz y alegría, la cual aumentaba con el repique de las campanas y con el sonido repentino de cajas y pífanos y clarines que las acompañaban desde fuera. Dentro de la Iglesia revoloteaban pajaritos vistosos de varios colores que se soltaban por todas partes, y al mismo tiempo caían sobre la gente estampitas y vitelas que con idea y artificio tenían prevenidos los sacristanes en el techo de la iglesia (Chantre y Herrera 1901: 667).

La fiesta del Corpus también se celebraba con danzas.

Termino (mi carta) con la descripción de la magnífica procesión que tuvimos hoy, fiesta del Corpus. Con mucho arte los indios adornaron la plaza del pueblo (Lagunas) y levantaron altares en sus cuatro costados. Llegaron a misa completamente sobrios, pues les había inculcado incesantemente cuán nefasta era la ebriedad. Tres grupos de bailarines, adornados con plumas multicolores, abrieron la danza en honor al Santísimo Sacramento, como lo prescribe la costumbre española. Los indios más destacados llevaban el palio del Santísimo y dos indiecitos arrojaban hojas de limonero y naranjo al paso de la procesión. Los bailarines llevaban muchos cascabeles en las piernas y en los brazos, que al moverse tintineaban a más no poder. Los otros indios blandían rítmicamente sus armas decoradas todas con plumas de diversos colores (Breyer 1969: 255).

Después de la Misa y procesión, los fieles celebraban con sus propios instrumentos y danzas.

Terminada la procesión los tres grupos de bailarines me acompañaron a casa, donde me tenían preparada la sorpresa de un verdadero banquete indio. Durante toda la comida no cesaron de tocar sus flautas, pífanos y tambores y de ejecutar danzas delante de mí.  Terminado el banquete me levanté para agradecerles su bondad y gentileza y les rogué que para coronar tan gran día se abstuvieran de todo exceso en la bebida. Vana ilusión e inútil petición fue esto, pues para los indios la fiesta no es tal si no culmina en borrachera y gritería. Y así sucedió también en este santo día (ídem).

La música invita y convoca. Los yameos, que vivían cerca de San Joaquín, salían de los bosques para escuchar cantar a los jóvenes omaguas.

[…] los Yameos, poco antes pacificados por los contornos del pueblo, salían a bandadas de sus bosques, por sólo oír cantar a los chicos omaguas en la Iglesia. Y después de fundados sus pueblos, repetían viajes a San Joaquín, así hombres como mujeres, por el gusto que hallaban en el canto (Chantre y Herrera 1901: 652)

Los descendientes de los músicos indígenas en Bolivia han continuado hasta hoy fabricando estos instrumentos y ejecutando la misma música. Sin embargo, entre los cocamas en la región Loreto del Perú, descendientes de los evangelizados en el siglo XVII, actualmente se ha perdido la práctica de esta música; inclusive la música barroca, pero algunas pocas familias han seguido la tradición de elaborar violines, la lectura de partituras y de tocar temas populares para celebrar las fiestas religiosas.

La elaboración de los violines, instrumento introducido en la región por los jesuitas, fue incorporada a su propia tecnología. Utilizan materiales del lugar, madera de cedro y las cuerdas hechas de las tripas del lagarto. Se realiza entre las 4 y 7 de la mañana para que las cuerdas se queden bien templadas antes del intenso calor del mediodía.  Los violines se fabrican con el mismo ritual empleado para la construcción de canoas.  Tiene que cumplirse un ayuno estricto todo el día y abstenerse de relaciones sexuales. También hacen bendiciones, llamadas icaros con sahumerio de humo de tabaco. Se realiza este ritual para que el instrumento tenga un buen sonido y que no se quiebre fácilmente (Alex Aquituari Ahuanari, Nauta, comunicación personal).

El empleo de la música en las Misiones de Mainas, que está poco conocido en el resto del país, estaba a la par no sólo de la de otras misiones de América del Sur, Norte-américa, Asia y África, sino de lo más elegante de la desarrollada en las cámaras de Europa. No quedan los edificios característicos de las otras reducciones. Hay tan sólo campanas y estatuas, las huellas de la música y una espiritualidad transmitida de padres a hijos.

Alegoría del triunfo de los jesuitas en las cuatro partes del mundo.
Anónimo, siglo XVIII. Iglesia de San Pedro,  Lima

 

Bibliografía

BREYER, Wenceslao
1969 "Carta a su Hermano, sacerdote jesuita en Praga, escrita en la Reducción de Santiago de Laguna, el 18 de junio de 1699", Cartas e Informes de Misioneros Extranjeros en Hispanoamérica, Mauro Matthei, compilador, primera parte, pp. 188-194. Santiago: Universidad Católica de Chile.

CHANTRE Y HERRERA, José
1901 [original c. 1770]. “De los Cantores, músicos y teñedores de Instrumentos”, en Historia de la Compañía de Jesús en el Marañón Español, pp. 649-659. Madrid: Imprenta de A. Avrial.

FIGUEROA, Francisco de
1986 [original 1661] “Relación de las Misiones de la Compañía de Jesús en el País de los Maynas".  Informes de Jesuitas en la Amazonia, 1600-1684, Jaime Regan, compilador.  Iquitos : CETA-IIAP

JULIÁN, Juan Bautisa
1972 “Carta al P. Sebastián Sutor, escrita en la misión de Laguna, el 4de octubre de 1730”, en Cartas e Informes de Misioneros Extranjeros en Hispanoamérica, Mauro Mathei, compilador, tercera parte, pp.253-258.
Santiago: Universidad Católica de Chile.

KENNEDY, T. Frank
1993 “An Integrated Perspective: Music and Art in the Jesuit Reductions of Paraguay”, en The Jesuit Tradition in Education and Mission: A 450 – Year Perspective, Christopher Chapple, editor, pp. 215-229. University of Scranton Press.

MEIER, Johannes
s/f La importancia de la música en las misiones de los jesuitas”, en La Misión y los Jesuitas en la América Española, 1566-1767: Cambios y Permanencias, José Jesús Hernández Palomo y Rodrigo Moreno Jeria, coordinadores. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

TEJÓN, I.J.
2001 “Música y Danza”, en Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús Biográfico-Temático, tomo III, pp. 2776-2789, Charles E. O’Neill Joaquín María Domínguez, directores, 4 tomos. Roma: Institutum Hisoricum, S,J, y Madrid: Universidad Pontificia Comillas.

URIARTE, Manuel
1986 [original 1772] Diario de un Misionero de Maynas. Lima: CETA.

VEIGL, Francisco Xavier
2006 [original 1789] Noticias Detalladas sobre el Estado de la Provincia de Maynas en América Meridional hasta el Año 1768. Iquitos: CETA.

ZEPHYRIS, Francisco Javier
1972 “Carta al P. Hermenegildo Adam, escrita en la misión de Santo Tomás de Andoas, el 3 de enero de 1728”, Cartas e Informes de Misioneros Extranjeros en Hispanoamérica, Mauro Matthei, compilador, tercera parte, pp. 381-384. Santiago: Universidad Católica de Chile.

 

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Vídeo


Chaák o Kitag: violín Awajún
Don Carlos Chuin Antuash
Kayap, Wampami, Amazonas, Perú - 2016
"Cuando le dije (a Don Carlos) que toque el violín, me dijo que no podía porque no tenía a quién cantarle. Entonces le dije que me cante a mí. Preguntó para qué...le dije que para que yo vuelva. Entonces comenzó a tocar el violin" (Josefa Nolte)
La anécdota forma parte de la investigación que Josefa Nolte realiza sobre la cerámica del pueblo Awajún.  La filmación fue realizada por Leslie Searles.
Video compartido en FB por Lilia Romero Soto, aquí


Enlaces

Música y danza en el señorío lupaca  (Chucuito-Puno)- Marcela Cornejo
Los jesuitas en Mainas, Nueva España y Paraguay - Rev. Chasqui (Boletín cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores.  Lima, año 6, Nro. 12, 2008) 
Las misiones jesuitas en la zona de Maynas, siglo XVIII - Ismael Jiménez