septiembre 18, 2007

Los charangos peruanos



Hualaycho de las punas bravas
hualaycho de verdes praderas
vestido con el viento y el frío
como la flor de aquella estepa
Charango, charanguito mío
charango, alma del hualaycho
canta ya una linda canción
a aquella que invita al delirio
El cantar de un pucu pucu
y el silbar de ariscas vicuñas
escoltan tu triste soledad
despiertan tu alma de hualaycho


Abel Oblitas Macedo (Centro Musical Asillo - Puno)




El pasado 4 de setiembre, el Instituto Nacional de Cultura (INC) emitió la Resolución Directoral Nacional N° 1136 que declara al Charango Patrimonio Cultural del Perú. Si bien este tipo de declaraciones oficiales son simbólicas, y posteriores al hecho real de la existencia de siglos de una cultura viva en constante evolución, es buen motivo para rescatar un hermoso texto de José María Arguedas, donde nos habla acerca del arraigo de este pequeño instrumento en pueblos y comunidades quechuas y aymaras de la serranía peruana. En el Perú los instrumentos más "indianizados" como la quena, la tinya y el charango, han sido constantemente relegados por ese afán defensivo del poblador andino migrante de "modernizarse" y conquistar la capital. Debido a ello encontramos que quienes han persistido en seguir tocando sus charanguitos en provincias, aún conservan, aparte de una gran variedad de afinaciones regionales, estructuras y pautas antiguas para tocar y cantar, es decir, esa rara belleza de lo raigal y poco aderezado, a diferencia de países vecinos que han ido desarrollando e innovando métodos musicológicos para este noble instrumento.

Los distintos tipos de charangos peruanos han tenido una suerte dispar según las regiones; en algunas su práctica se ha mantenido y fortalecido, mientras en otras ha ido perdiendo poco a poco terreno ante instrumentos más occidentalizados. En Huancayo, por ejemplo, los saxos y clarinetes han tomado mayor auge, mientras en Arequipa, tierra de eximios charanguistas, no se observa el relevo necesario en las nuevas generaciones. Ayacucho, Cusco y Puno, seguidos principalmente de Apurímac, Arequipa, Moquegua y Lima, conservan las más hermosas músicas y estilos de tocar.

En el Mapa de los Instrumentos de uso popular en el Perú de César Bolaños, Fernando García, y Alida Salazar, con la colaboración especial de Josafat Roel Pineda (Lima : Instituto Nacional de Cultura, 1978), se hallan catalogadas 11 variedades de charangos y 8 variedades de chilladores. Este importante trabajo de catalogación, cuyo alcance no ha sido igualado hasta la actualidad, se revela incompleto si se considera que no están catalogados los charangos lonccos de Arequipa (los de cuerdas de alambre y los más evolucionados de 5 órdenes de tres cuerdas de metal) ni los charangos en forma de sirena de la zona quechua del Altiplano. Sabemos también por el estudio de Thomas Turino que en Canas, departamento del Cusco, hay una gama de charangos sirena que no fueron catalogados en 1978; Turino recogió abundante material fotográfico, pero es particularmente interesante la foto de un hombre mayor y su charango sirena, ya que el pequeño instrumento está asociado al cortejo amoroso de los jóvenes casaderos.

En Junin, una de las regiones andinas que más ha "occidentalizado" sus instrumentos musicales, sobrevive tenuemente en la zona de Jauja: "...Bajo el bordoneo hondo y metálico del arpa, clarinetes y saxofones, armonizando lo sones en cascadas a ritmo de pasacalle que se difumina en el cielo en suave melodía, avanzan con paso ligero por las calles alegremente el Chonguino, la Wanquita, la Chupaquina, la Jaujina, el Tucumano, el Huatrilla, con su charanguito o su muñeca, haciendo bromas en quechua-wanka..." ("La Tunantada Jaujina. El mensaje de la danza" - Susana María Guzman. En: "Revista" de El Peruano, 12 nov. 1991).

En las definiciones del "Mapa de instrumentos musicales..." de 1978 (p. 136-141):

  • El charango es de ejecución digital dándose en Puno, Moquegua y Arequipa, casos en que también se tañe con plectro. Existe en Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cusco, Huancavelica, Moquegua, Puno, parte de Ica, parte de Tacna, Lima (Lima), Huánuco (Huánuco), Junin (Jauja). Las cuerdas son generalmente de tripa.
  • El chillador es más pequeño y de ejecución digital, dándose en Puno, Moquegua y Arequipa, casos en que también se tañe con plectro. Su afinación es como la del charango y usa corrientemente cuerdas de alambre o metal. Según esta fuente, se toca en los mismos lugares que el charango.

Existe en las provincias de Víctor Fajardo y Cangallo (Ayacucho), un pequeño córdófono de delicada sonoridad llamado "chinlile" "chinlili" o "chinlilo" que es propio de los géneros musicales chimaycha (cantada por varones) y pum pin (cantada por mujeres). En "Danzando en Ayacucho. Música y ritual del rincón de los Muertos" de María Eugenia Ulfe (Lima : IRA-PUCP, 2004, p.100), se describen estas danzas como acompañadas de 1 o 2 charangos o "chinliles", sin embargo hace poco una joven fajardina me aclaró que eso que yo llamaba charango no era tal, sino lo que ellos llaman "chinlilo". Las chimaychas Mamaykimantachu, Suteymanta, asi como las que cantan Los Mensajeros de Chacolla, son muy buenos ejemplos.

El caso del chinlilo revela el problema taxonómico para definir cuáles de los pequeños cordófonos indio-mestizos son charangos, y cuáles -aunque similares- no lo son. Uno de los mayores argumentos para asentar un origen y desarrollo histórico del charango son las sirenas de las portadas de las iglesias coloniales del S. XVIII (en Bolivia y en el Perú), que llevarían charangos en sus manos. Aproximaciones de Thomas Turino, Julio Mendívil, Federico Tarazona, entre otros, revelan que bien puede tratarse de charanguitos como de pequeñas vihuelas u otro tipo de guitarrillas cuyos nombres tal vez yá no perduran; se trata en realidad de un proceso mucho más complejo y vasto de lo que parece y sobre el cual abundan las asignaturas pendientes (enmarcadas en la interdisciplinariedad y en la rigurosidad de las metodologías a usar). Hace falta mucha investigación, registro, sistematización y difusión de un instrumento tan arraigado históricamente, que teniendo tanta belleza que dar, no ha sido valorado en toda su dimensión en el Perú, contrastando con países cercanos como Chile y Argentina por ejemplo, que careciendo de una historia charanguística, lo han adoptado con solvencia desde la segunda mitad del S. XX, ocupándose también de su estudio musicológico y su desarrollo.
//marcela cornejo




Sirenas portando pequeños cordófonos ("charangos") - Frontis de la Catedral de Puno 1757. En el mismo frontis aparecen también dos ángeles: uno tocando violín y otro tocando un pequeño cordófono
fotos: Jimmy Valdivia Frisancho


Sirena con charango - lado izquierdo


Sirena con charango - lado derecho



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Fuente:
Jose María Arguedas
Indios, mestizos y señores
Lima : Editorial Horizonte, 1989, pp. 41-44
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El Charango
José María Arguedas


joven pareja de danzantes de qhashwas (Q’ellapampa-Canas-Cusco )
(foto: R. Parejo-Coudert)

Los españoles trajeron al mundo indio la bandurria y la guitarra. El indio dominó rápidamente la bandurria; y en su afán de adaptar este instrumento y la guitarra a la interpretación de la música propia -wayno, k'aswa, araskaska, jarawi...- creó el charango y el kirkincho, a imagen y semejanza de la bandurria y de la guitarra. El arpa y el violín fueron conquistados por el indio tal como lo recibieron de los invasores. Ahora el arpa, el violín, la bandurria, el kirkincho y el charango, son, con la quena, el pinkullo, la antara y la tinya, instrumentos indios. Alma y alegría de las fiestas. O cuando entra la pena a las casas y a los pueblos, el charango y el kirkincho lloran por el indio, con tanta fuerza y con la misma desesperación que la quena y el pinkullo.

Los indios más bravos y cantores del Perú, los cuatreros y jinetes de Pampacangallo y del Kollao, llevan el charango amarrado a la cintura. Y en la cárcel, o en la pampa, el charango es la voz del k'orilazo o del chucho kollavino, y del morochuco, miedo y orgullo de los pokras, el ayllu más musical del Ande.

El charango es ahora el instrumento más querido y expresivo de los indios y aun de los mestizos. Cada pueblo lo hace a su modo y según sus cantos; le miden el tamaño, la caja, el cuello, y escogen el sauce, el nogal, el cedro, según las regiones. Por eso el charango de Ayacucho no sirve para tocar el wayno de Chumbivilcas. Y mientras el charango del Kollao tiene 15 cuerdas de acero, de tres en tres y templadas en Mi, La, Mi, Do, Sol, el de Ayacucho sólo tiene cuatro cuerdas gruesas de tripa. El charango del Kollao es barnizado, y siempre tiene pintada en la caja, junto a la boca, una paloma en vuelo. El charango de los pokras es llano y de madera blanca, pero del extremo del cuello cuelgan diez o más cintas de color, y entre las cintas, a veces, una trencita de cabellos de mujer.

La voz del charango del Kollao es aguda y se oye lejos; sus quince cuerdas chillan; "chillador" le llaman en los pueblos grandes como Arequipa; y cuando el indio o el mestizo del Kollao lo tocan, el wayno hiere, y aunque parezca exagerado, es como si el verdadero viento de los pajonales, de la pampa grande, estuviera cantando desde la boca del charango. Para eso han trabajado siglos los indios del altiplano; quizá cuerda tras cuerda, tono tras tono, padecieron, hasta que su charango sonara así, como lo oímos ahora; instrumento perfecto para la música de sus creadores. Porque el indio es invencible en su afán de hacer su obra, de concluir el trabajo que le exige su espíritu. No cede jamás. Ni nadie le toca en la integridad de su alma. Recibió la guitarra de manos de los españoles, y el trabajo de adaptarla a su más íntima y sutil necesidad de expresión musical quizá no ha terminado todavía. Le ha creado varios temples especiales para la música india: uno para los waynos, otro para las danzas, otro para los tristes. Ni la creación del charango ha realizado toda su ansia de expresión musical, exacerbada por el dominio de todos los instrumentos musicales que le trajeron los españoles. Dominio, por supuesto reducido a su folklore, y a su mundo limitado por tantas prohibiciones.

El charango de Ayacucho es más chiquito, unos 40 centímetros; sus cuerdas gruesas tienen voz grave y pastosa. Y mientras el del Kollao tiene doce trastes, el de Ayacucho sólo tiene seis. Este charango casi nunca se toca "punteando"; rasgan todas sus cuerdas, y al mismo tiempo, en las cuatro cuerdas y con los seis trastes, se da la melodía. Es para música de quebrada; no es para esos waynos de la gente de puna, bravíos o desesperados; es para canto dulce; y cuando es de tristeza, no es tan tremenda y de tocarla fuerte, como para que lo oigan todos los pueblos que hay en la pampa. La quebrada repite el wayno; y junto al río, en medio de los maizales, o de los sauces que cabecean, mojándose en el agua, no hay necesidad de gritar tanto, ni para decir la pena ni para cantar la alegría o el amor que nace.



Músicos populares del Cusco, 1934 (Martín Chambi)


Mientras, en la puna se cantan waynos como éste, cuya versión castellana también damos:

Jakwak'chus manarak'achus
chikchischay paraschay
maymi jamusk'anchis chayta
chikchischay paraschay.

Misitu pfiña turucha
chikchischay paraschay
cawaüuytas wak' rark' unki
chikchischay paraschay.

Nok'allatak' tak'wamurk'ayki
chikchischay paraschay
k'amllatak' wak'raykuwanki.
chikchischay paraschay

Aísariway chutariway
chikchischay paraschay
maymi jamusk'anchis chayta
chikchaschay paraschay.

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Tú dirás si ya es hora de volver,
tormenta de agua y de nieve.
Tú dirás si ya es hora de volver por donde vinimos,
tormenta de agua y de nieve.

Toro de ojos de sangre, toro felino,
tormenta de agua y de nieve,
tú desangraste mi caballo,
tormenta de agua y de nieve.

Y yo te separé del monte, toro felino,
tormenta de agua y de nieve,
y tú mismo me desangras,
tormenta de agua y de nieve.

Llévame de aquí, jálame a nuestra querencia,
tormenta de agua y de nieve;
es hora de volver, ¡arrástrame ya!
viento de lluvia y de nieve.

En la quebrada, el wayno canta siempre la ternura, aunque la alegría se haya perdido para siempre:

Ama urpichay ama sonk'ochay
ripuyta yuyaychu
sonk' oy k' ak'atak' ñitisunkiman
ripusk'ayki ñampi,
wek'ey mayutak' apasunkiman
ripusk' ayki ñampi.

Esta es la traducción:

No te vayas, paloma mía,
no te acuerdes del camino,
mi corazón como una peña
te caería en el camino,
como un río mi llorar
te llevaría.

En la voz del charango se oye también la diferencia de tono de estos waynos. Porque desde la madera hasta las cuerdas, se escogen para que canten distinto.

Si toda la música del Ande es de tono general y característico, es también la que más estilos y variaciones tiene. Dos pueblos, a veces separados sólo por algunas leguas, ya tienen su estilo propio. Y los instrumentos y los temples han sido adaptados, con una energía profunda, a la interpretación de la más leve diferencia de estilo, sin silenciar lo más mínimo. En estos mismos pueblos, cada fiesta tiene su música especial, y esta música tiene sus instrumentos propios. Ahora hablamos del charango, acaso en otros artículos podamos informar sobre el kirkincho, la bandurria, el pinkullu, el arpa, la antara, el wakawak'ra, las tijeras de acero, la tinya...



Fotos tomadas de: "Instrumentos musicales peruanos" de Arturo Jiménez Borja.  Revista del Museo Nacional, T. XIX-XX, 1950-51, pp. 37-80. 
Fotógrafo: Abraham Guillén  - archivo del Museo Nacional de la Cultura Peruana)


Charanguista de Juli (Puno), 1940's
Walaycho de Huancané (Puno), 1940's


El charango es instrumento mestizo; es del indio actual del Perú y del pueblo leído y trabajador de las ciudades del Ande. Las pandillas mestizas de Carnaval y aun las marineras serranas se bailan con charango. Pero el charango en manos del indio kollavino, o del indio de Pampacangallo y de las quebradas de Apurímac y Ayacucho, es el charango verdadero; nadie lo toca mejor; y oyéndolo tocado por ellos, se comprende de golpe que el charango lo hicieron esos indios y que nació primero para la música de ellos.

La bandurria ha quedado también como instrumento indio. En las ferias de Pampamarca, Huanca, Pucará y Sicuani, los indios andan en grupos tocando bandurria. Tiemplan su instrumento en las calles, tocan en las esquinas o caminando entre la multitud. Dominando el murmullo de la gente de feria y aun el repique de las campanas, se oyen las bandurrias.

Pero en esos pueblos llenos de indios y mestizos, la bandurria suena como instrumento forastero cuando lejos o cerca tocan charango.


- "La Prensa", Buenos Aires, 17 de marzo de 1940




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Fuente:
Yawar Fiesta
En: José María Arguedas . Obras Completas
Lima : Editorial Horizonte, 1983. Tomo II, pp. 126-127
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Yawar Fiesta
José María Arguedas

[...] Y por esa carretera llegaron a Lima los dos mil lucaninos, y los coracoreños. Al mismo tiempo, por todos los caminos nuevos, bajaron a la capital los serranos del norte, del sur y del centro.

La universidad, las escuelas de toda clase, los ministerios, las casas comerciales, las fábricas, todas las empresas, se llenaron de serranos.

Después de seiscientos años, acaso de mil años, otra vez la gente de los Andes bajaba en multitud a la costa. Mientras los gobiernos abrían avenidas de cuatro pistas de asfalto, y hacían levantar edificios "americanos", mientras los periódicos y las revistas publicaban versos bonitos a la europea, y los señores asistían con tongo y levita a las invitaciones del Gobierno, de las embajadas y de los clubes; los serranos, indios, medio mistis y chalos bajaban de la altura, con sus charangos, sus bandurrias, sus kirkinchos y su castellano indio; compraban o se apoderaban de algunas tierras próximas a la ciudad. En canchones, en ramadas y en casas de adobe, sin fachada y sin agua, se quedaban a vivir. Como en los pueblos de la sierra, traían el agua desde lejos, de dos o tres pilas que mandaban instalar en cada barrio. Y en sus casas, en sus ramadas defendidas por cercos de adobe, alumbradas por lamparitas de kerosene, como en Puquio, en Aucará, en Chalhuanca, o en Masma y Huancavelica, los serranos hacían sus fiestas, con huayno y bandurria, con arpa y quenas. En las fiestas grandes, 28 de julio, Carnavales y Año Nuevo, alquilaban los jardines particulares que hay en los barrios nuevos, alquilaban orquestas de jazz; y de cien, de doscientos, llenaban los rings de baile de esos jardines; bailaban como chambones el jazz, el tango, la rumba. Al final, hacían callar la orquesta, y con arpa, guitarra, bandurria y canto, prendía la fiesta de ellos; y hasta las avenidas, donde cruzaban los autos de lujo, llegaba el huayno, la voz del charango y de las quenas. El canto de la sierra, en quechua o en castellano, el alma de las quebradas, de la puna y de los ríos, de los montes de retama, de kiswar y de k'eñwa.

[...]
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(en esta infografía falta destacar el charango arequipeño)




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Video


  1. Charango en Apurímac - película "Laulico" (1979)
  2. Fred Arredondo (Cusco) - Surimanapaq (cashua de Apurímac)
  3. Jose Alcahua - canto ritual de Apurimac
  4. Charanguista anónimo -  Capitalina (chuscada de Ancash)
  5. Federico Tarazona (Ancash) - Quizas quizás (chuscada de Ancash)
  6. Javier Lizares (Arequipa) - Ayer te ví (chuscada de Ancash, con una intro similar a la de  los huaynos de estilo pampeña)
  7. Nicanor Abarca Puma (Arequipa) - Negrita flor de canela (pampeña de Arequipa)
  8. Oswaldo Lima (Arequipa) - Caravelí (huayno carnavalero de Arequipa)
  9. Angel "Torito" Muñoz (Arequipa) - Arequipeñita (huayno de Arequipa)
  10. Percy Rojas (Huánuco) - Palomita a dónde vas (yaraví de Arequipa)
  11. Jaime Guardia (Ayacucho) - Cigarro "Inca" (huayno de Ayacucho)
  12. Jesús Alvarado (Ayacucho) - Gentil Gaviota (huayno de Ayacucho)
  13. Los sureños (Ayacucho) - Compadrito zapatero (huayno de Ayacucho)
  14. Tulio Gutierrez  Neyra (Ayacucho) - Arbolito de manzano (huayno de Ayacucho)
  15. Julio Benavente Diaz (Cusco) - Sara Tarpuy (cashua de Cusco)
  16. Alondra de Canas acompañada de charanguistas anónimos (huayno de Canas, Cusco)
  17. Charanguistas anónimos - cashuas rituales de Espinar (Cusco)
  18. Lucio Vita (Cusco) - Carnaval  (pukllay de Chumbivilcas)
  19. Charangos cordilleranos - Cholita andina (k'ajelo de Puno)
  20. Julián Huallpa Quispe (Puno) - Lampa Llacctitay (huayño de Puno)
  21. Félix Paniagua Loza (Puno)- Qhanchillkataysma (k'ajelo de Puno)
  22. Hualaychos de San Andrés (Puno) -  cashuas y pukllay
  23. Omar Ponce Valdivia  (Puno) - Libre Golondrina (huayño de Puno)
  24. Danza de Los Negritos (Moquegua) 


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Enlaces

Charango y canciones del Cuzco -Charango and songs from Cuzco (CD) - Julio Benavente Díaz
Huayno en la voz de Amador Sumayta, acompañado de dos charanguistas.  Huancavelica.  Recopilado por Sergio Quijada Jara en la década de 1960
Julio Benavente Díaz.  Patrimonio.  Cusco : Ministerio de Cultura - Dirección Desconcentrada de Cultura, N° 2, feb. 2014