Arequipa, soleada lejanía del alma, aldea de la ternura;
tu nombre lo escribe un vuelo tendido de golondrinas
Tus árboles envejecidos lejanos se mecen en mi cariño
y toda mi pena callada se va alegre a repartirse
en las alas de tus pájaros
(...)
Arequipa, te recuerdo callado, triste como tus tardes;
pero así me quedo con los ojos abrazados a tus crepúsculos
y mascando una rama de tu cielo
Ausencia de Arequipa - Guillermo Mercado
tu nombre lo escribe un vuelo tendido de golondrinas
Tus árboles envejecidos lejanos se mecen en mi cariño
y toda mi pena callada se va alegre a repartirse
en las alas de tus pájaros
(...)
Arequipa, te recuerdo callado, triste como tus tardes;
pero así me quedo con los ojos abrazados a tus crepúsculos
y mascando una rama de tu cielo
Ausencia de Arequipa - Guillermo Mercado
Tambo "La Cabezona" al lado del Puente Bolgnesi - Nocturno de los Hermanos Vargas, 1920's
Hasta
hace unas décadas, existía en la región surandina el comercio a lomo de
nobles animales como llamas, y mulas (en las zonas rurales persiste
aún; el año 2003 pude ver llameros indígenas en Pampacolca, provincia de
Castilla, cerca al pueblo de mi madre -Tipan-). Llameros, muleros o
arrieros, eran personajes ineludibles en la vida cotidiana de las
personas,de la región, pues traían desde tierras lejanas, preciadas mercancías para
intercambiarlas con los productos locales. De vida singular, se
trasladaban en solitarios y largos viajes que cubrían distancias
insospechadas, tanto hacia la costa como hacia la región collavina
(llegando hasta el NOA argentino). Los comerciantes llegaban expectantes
a las posadas, en busca de alimento, abrigo y compañía (como es de
suponer, principalmente compañía femenina). En Arequipa estas posadas
conservaron el nombre de "tambos", castellanización del término quechua
"tampu", que designaba a las construcciones estatales del inca, situadas
a lo largo de Qhapaq Ñan (tampus que servían como centros de
almacenamiento y redistribución de bienes, principalmente alimentos y
tejidos).
En Arequipa el tambo prehispánico más conocido era el “Tambillo”,
ubicado en el valle de Siguas sobre el camino que cruzaba el desierto.
Cuando llegaron los españoles en 1540, lo continuaron utilizando. Desde
entonces el arrieraje ha durado más de 350 años en Arequipa, y hoy en
día hay aún fuertes huellas de su existencia.
Después de su fundación
hispana, la ciudad de Arequipa vió aparecer pronto sus propios tambos,
instalados en las márgenes de la ciudad; son de los más antiguos los de Antiquilla y Beaterio, que se instalaron en la "ribera opuesta" del río Chili (en el lado de "La Chimba"). Cuando se construyó el Viejo Puente, hoy llamado Puente Bolognesi,
para comunicar la ciudad con las campiñas (como las de Cayma y
Yanahuara), los tambos se fueron instalando en torno a él, más cerca del
centro de la ciudad. Las paradas previas de los viajeros estaban tanto
en el desierto de Vítor como el valle del Colca (tierra de collaguas).
La mayoría de tambos data del siglo XVIII. Al
inicio fueron construcciones precarias: pequeñas habitaciones en torno a
grandes patios donde se descargaban los animales y se guardaban las
mercaderías, amén de amplios corrales para guardar llamas y mulas.
Pasando el tiempo, para acceder se franqueaba un gran portón y un zaguán
abovedado, las habitaciones mejoraron con bóvedas de sillar, recias
puertas de sauce, postigos de hierro forjado y a veces, pequeñas
ventanas.
Era cuestión de tiempo para que aparecieran
diferentes negocios y talleres de artesanos (sastres, zapateros,
herreros, talabarteros, armeros, constructores de instrumentos, etc.)
ofreciendo servicios complementarios a este circuito económico. Aurelio
Miro Quesada, en su libro Historia y leyenda de Mariano Melgar 1790-1815 (Lima: Fondo Editorial UNMSM, 1998) cita a Juan Domingo Zamácola y Jáuregui, (Apuntes para la historia de Arequipa. Arequipa: Primer Festival del Libro Arequipeño, 1958, pág. 30) acerca del comercio en la Blanca Ciudad:
- Al lado de la agricultura, la otra base económica de Arequipa la constituían la industria y el comercio, si no verdaderamente intensos, por lo menos asentados en la realidad y afortunadamente diversificados. De especial importancia era lo relacionado con el transporte, que alcanzaba una proporción muy alta, con un crecido número de arrieros que facilitaban la entrada y salida de mercaderías y servían como un medio de comunicación irremplazable. De la sierra o la costa, de las tierras lejanas o los valles fecundos o vecinos, por el camino "a la mar" o el "del volcán", llegaban barras de plata, telas, libros, vinos, alimentos, que entre la algarabía de las recuas y el animado pregón de los arrieros daban a la ciudad un vistoso carácter de centro de relación y de intercambio de mercaderías y de ideas. Entre la industria textil, de lienzos de algodón, bayetas, paños y frazadas, y la curtiembre de pieles, que proveía de vaquetas, cordobanes, gamuzas, pergaminos, la actividad comercial era abundante. Había numerosos zapateros, "oficiales de albañilería, carpinteros, escultores, alfareros, herreros, sastres, sombrereros, tintoreros, doradores, pintores al temple" y hasta oficiales de relojería.
Hoy en día aún tenemos en el Puente
Bolognesi varios de estos tradicionales negocios. Estos comerciantes
fueron el complemento de los tambos y sus futuros moradores. Desde
mediados del siglo XIX la ciudad fue ofreciendo mejores servicios en
hoteles cerca al mercado San Camilo, por lo que los tambos fueron siendo
ocupados como viviendas permanentes por los artesanos y comerciantes.
Así surge una modalidad arequipeña del vecindario popular, del lar de la
clase artesana y obrera: patios comunes, macetas con flores y hierbas
frescas para la comida, batanes, caños, lavaderos, tendales y baños
comunes... y claro, hartas historias y chisme. La frecuente ausencia de
ventanas, se compensaba dejando las recias puertas abiertas, con un
biombo que dejaba un metro o metro y medio entre el dintel y el espacio
interior; solían verse macetas de flores y un banquito para sentarse un
rato a ver afuera, ir escogiendo el arroz, pelando las papas o las habas
para el chairo, la timpusca o el chaque, o simplemente conversar.
Quién de los arequipeños no hemos tenido
entrañables amistades o familiares que vivían en estos tambos, o no
hemos ido a la humilde costurera, o la verdulera, que complementaba su
precaria economía con estos negocios, sea en sus habitaciones o en las
afueras de los tambos. Muchas veces las personas de clase media y alta
veían con distancia y reticencia este mundo de gente sencilla y honesta,
que se ganaba el sustento con sus manos.
Principales tambos (datos de la Oficina Técnica del Centro Histórico de Arequipa, a 2004)
Declarados monumentos históricos:
-
Tambo de Bronce. Barrio El Solar, calle Puente Bolognesi 333 . Actualmente son propietarios de este monumento 21 familias que lo usan para vivienda y algunos para negocio. Se ha concluido el proyecto de restauración.
-
Tambo del Matadero. Calle El Solar 419, barrio del mismo nombre. Funcionaba como camal, de allí el nombre. En la actualidad habitan en él 35 familias. Se ha concluido el proyecto de restauración
-
Tambo Ruelas. Calles Beaterio 157-159 y Recoleta 100, es probable que exista desde el año 1700. Su característica singular es la superposición de estilos que presenta: colonial, republicano y contemporáneo y es el único que conserva su autenticidad y carácter.
-
Tambo de la Cabezona en la calle Puente Bolognesi. El mayor y más bello tambo. Se está haciendo el levantamiento y relevamiento familiar. Es el segundo en tamaño.
-
Tambo de la Ranchería en la calle Octavio Muñoz Nájar. Actualmente desocupado y en proceso de habilitación de centro comercial).
-
Tambo de los Jesuitas en la calle Palacio Viejo. Actualmente funciona como comisaría de la PNP.
En proceso de ser declarados monumentos:
En la calle Puente Bolognesi existen tambos menores, que están en proceso dedeclaración como:
-
Tambo Las Carmelitas, vivienda tugurizada 10 familias.
-
Tambo Negrón, vivienda tugurizada, 6 familias.
-
Tambo Flores, conservado y reciclado para uso comercial.
-
Tambo Salas, en la calle Beaterio. Está en abandono y desocupado.
-
En la parte posterior del Mercado San Camilo a inicios del siglo XX se edificó un gran hospedaje de sillar que muchos años después se tugurizó, es la famosa Casa Rosada.
-
En el Barrio del Solar, en la calle Moral se construyó un gran complejo para obreros, es el llamado “Castillo del Diablo”, el mayor tugurio de Arequipa.
Cabe mencionar otros tambos históricos como los siguientes:
Tambo Morte Musca, Tambo de Santiago, Tambo de la Quiteña, Tambo de
Barreda, Tambo del Buque, Tambo de la Palla, Tambo de Gutiérrez, Tambo
de la Ranchería (de la calle Octavio Muñoz Nájar, recientemente
demolido).
Nuestros tambos poseen un valor histórico y
monumental único, nos trasladan a esa Arequipa de veras, de fuertes
aires hispano-medievales, austeros, recios y bellos al mismo tiempo,
pero también con el sello popular del artesano y el comerciante criollo,
indígena y mestizo, que bien hacían maravillas con sus manos, bien nos
traían desde lejos la (deliciosísisma) chalona de lengua de carnero, o
los quesos de Pampacolca o de Paria... Vivencias que palpamos en
nuestra infancia, y que nos han marcado para siempre. No valoramos lo
que tenemos hasta que lo perdemos...
Los tambos son parte esencial de una forma muy
particular de vivir el mundo, por ello, enhorabuena por los proyectos de
restauración que hacen justicia a nuestra bella de propios y extraños, Arequipa, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
//m.c.d.
Crónica sobre el tambo "La Cabezona"
(click para ampliar)
(click para ampliar)
...................................................
La gloria del sillar de Arequipa ("...Las fachadas de sillar no se pintaron jamás y es inaceptable que algunos malos ‘decoradores’ insistan en maltratar el Centro Histórico de Arequipa pintando las fachadas de piedra de todos los colorines imaginables, para convertir a la Ciudad Blanca en un gigantesco chifa al aire libre") - César Coloma Porcari
El Barrio del Solar - fotos (recientemente restaurado)